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Buzo, valiente y buen amigo

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«El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos» (Juan 15: 13).

UN DÍA DE VERANO, varios buzos, todos ellos amigos, salieron a explorar los restos de un naufragio. El primer buzo se lanzó al agua. Su cometido era fijarse en el estado del barco hundido, para sacar luego conclusiones sobre qué había pasado exactamente para que se hundiera. Cuando él regresara a la superficie, sería el turno del segundo buzo de bajar a las profundidades.

Veinte minutos pasaron y el primer buzo no regresaba a la superficie. ¿Qué habría sucedido? Sus amigos estaban preocupados, porque la bombona llevaba oxígeno para poco más de veinte minutos. Tiraron de la cuerda salvavidas varias veces, pero no obtuvieron respuesta. Uno de ellos dijo: «Algo grave debe de haberle ocurrido». Convencido de que seguramente algo se le había enredado entre los restos del naufragio dejándolo trabado, se lanzó al agua para liberarlo. Bajó al lugar e inmediatamente encontró a su amigo, trabado en unas maderas del barco. Sin perder un instante, comenzó a soltarlo. Cada segundo que pasaba, aumentaba el peligro, porque el primer buzo se iba quedando sin oxígeno. Si no conseguía liberarlo pronto, moriría.

A medida que pasaban los minutos, el segundo buzo se iba sintiendo cada vez más débil pero, a pesar de ello, seguía intentándolo. Sabía que de él dependía la vida de su amigo. Hubo un momento en que creyó inútil seguir, pero pensó: «No puedo abandonar a mi amigo». Finalmente logró desenredarlo y regresar juntos a la superficie, pero el primer buzo murió al día siguiente. Aunque parezca un final triste, lo cierto es que aquel amigo evitó que el primer buzo muriera solo. Su valor y lealtad fueron una gran compañía en medio de las tinieblas y la soledad del fondo del océano. Los verdaderos amigos son así están a tu lado en los momentos más difíciles.

Jesús dio su vida por ti. Seguramente has pasado por momentos difíciles como perder a un amigo porque te mudaste a otro lugar o porque cambió de actitud contigo, pero Jesús está ahí, aunque no lo veas. Él es tu mejor amigo. Te entiende cuando te equivocas, cuando sufres alguna injusticia y cuando tienes un mal día. Jesús te valora. Así que siéntete fuerte y valiente, con las palabras del lindo texto de hoy.

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