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Barro e sus manos

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Ustedes son en mis manos como el barro en las manos del alfarero, Jeremías 18: 6.

*Necesitarás barro, un recipiente y agua.

Los israelitas temían a los ninivitas, porque en varias ocasiones habían atacado y saqueado su tierra. Era un pueblo despiadado y brutal. Todos los pueblos de los alrededores temían a su enorme ejército.

Un día, Dios habló a Jonás y le dijo que fuera a predicar a la ciudad de Nínive para decir a sus habitantes que tenían que arrepentirse. Pero Jonás los odiaba tanto que no quiso obedecer. Prefirió huir de Dios y se fue a otro lugar.

Ya sabes lo que pasó después. Jonás terminó lanzado al mar, se lo tragó un gran pez, que después de tres días, lo vomitó. Entonces Jonás decidió ir y predicar a Nínive.

Milagrosamente, el rey de Nínive y su pueblo se arrepintieron. A Jonás le costó mucho trabajo entender que Dios es misericordioso con todos, no solamente con unas cuantas personas.

Todos los seres humanos somos como el barro sin agua (muestre el barro), seco. Cuando Jesús, que es el agua de vida, entra a nuestras vidas (mezcle el barro con el agua), nos moldea a su imagen y semejanza. (Permita que su niño al haga figuras con el barro.) Los ninivitas comprendieron que Dios era el único que los podía cambiar y dejaron a Jesús entrar a sus corazones.

HABLA CON DIOS

Dios, ayúdame a entender que tú amas a todas las personas, aun a las más malvadas, y deseas que nosotros les prediquemos para que se arrepientan. Amén.

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