|
*Necesitarás un juguete para compartir.
Era el cumpleaños de David. Su mamá lo festejó en el colegio. La maestra dio una hora antes del recreo para celebrar. La mamá llevó sándwiches, pizza, refrescos, dulces y pastel. Todos los niños llevaron sus regalos. Uno de los obsequios que más le gustó a David se lo dio su maestra: Una hermosa playera original de su equipo favorito de futbol. Luis, el mejor amigo de David, sintió envidia. Ese también era su equipo favorito y él no tenía una playera como esa. Al día siguiente, David llevó su playera nueva. Luis, haciéndolo pasar como un accidente, derramó su refresco sobre su amigo en el recreo.
-¡Cuidado! ¿Qué te pasa? ¡Es mi playera nueva! -reclamó David.
-¡Fue un accidente! –Contestó Luis.
Esa noche, a la hora de la devoción familiar, la mamá contó a Luis la historia bíblica de Jacob y las consecuencias tristes de la envidia que sintió hacia su hermano. Luis le contó a su mamá lo sucedido con la playera. Ella lo animó a pedir perdón a su amigo. Al día siguiente, Luis habló con David, que lo perdonó y siguieron siendo los mejores amigos.
Si alimentamos la envidia continuamente, aumentará hasta causar daños terribles. Una de las mejores maneras de evitar la envidia es compartir lo que tienes. Mañana, comparte alguno de tus juguetes con uno(a) de tus amigo(a)s. ¡Verás que se divertirán mucho!
HABLA CON DIOS
Jesús, ayúdame a no sentir envidia por lo que tienen los demás. Hazme feliz con lo tengo, amén.