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El lobo y las ovejas

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El Señor es mi pastor y nada me falta, Salmos 23: 1.

*Necesitarás el juego del lobo y las ovejas.

[Su niño(a) es la oveja y el papá es el lobo. Primero se ponen de espaldas y luego el niño pregunta: «¿Qué hora es, señor lobo?». El papá responde: «Son las dos». Luego su niño(a) se alejados pasos. Se repite lo mismo varias veces; en cada una el lobo dice una hora diferente, pero su niño(a) se aleja dos pasos nada más. Al final, en lugar de decir la hora, el lobo responde: «¡Hora de comer!», y corre a atrapar a su niño(a).]

Un pastor tenía 100 ovejitas. Las quería mucho. Todos los días abría la puerta del redil y las llevaba a los verdes pastos a comer. Con su vara las dirigía hacia un arroyuelo para que bebieran agua. Buscaba un lugar cómodo y seguro para que pudieran recostarse y descansar. Si algún lobo se acercaba a las ovejas, el pastor lo ahuyentaba con su vara.

Un día, cayó la noche. El pastor se preparó para llevar a sus ovejas a casa. Las contó una por una: 1,2,3,4…97,98,99. ¡Faltaba una! Las volvió a contar, pero no estaba. Angustiado, cerró la puerta del redil y en medio de la oscuridad salió a buscar a la perdida.

Pasaron muchas horas. Al amanecer, lejos del redil, escuchó un quejido a lo lejos. Era su amada ovejita, atrapada en un arbusto espinoso. Corrió a liberarla, la llevó con las demás ovejas y le curó sus heridas.

Así es Dios con nosotros. Nos protege, nos cuida, nunca nos deja. Él es nuestro buen pastor.

HABLA CON DIOS

Gracias, Jesús, por cuidarme y protegerme, amén.

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