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Mi primera lámpara

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«Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud». 2 Timoteo 3: 16

TENÍA CATORCE AÑOS cuando vi por primera vez una Biblia. Mi padre era un conductor de camiones infiel a mi madre y, siendo el mayor de siete her manos, veía el divorcio a la Vuelta de la esquina. Fue entonces cuando una anciana compartió este precioso libro con nuestra familia. Mi padre acudió a una carrera de coches y, cuando regresó a casa, comenzó a leer la Biblia.

Nunca olvidaré aquel día. Estaba leyendo en la cama cuando me vio pasar y me dijo: «Leo, adónde vas?». «Voy a jugar al fútbol y después al cine», le contesté. En tonces me dijo: «Leo, en lugar de jugar tanto al fútbol e ir al cine, deberías leer este libro». Aquello me impactó profundamente Mi padre estaba cambiando su vida y, gracias a ello, toda nuestra familia aceptó el mensaje adventista. Un tiempo después mi madre y yo escuchamos a algunos maestros de nuestra universidad en San Pablo, Brasil, y uno de ellos me dijo: «¡Hijo, esa escuela es para ti!».

Empecé a asistir a la Escuela Normal, que es una institución dedicada a la for mación de maestros y profesores, para convertirme en maestro de primaria. Durante mi época de estudiante, pasaba los sábados por la tarde leyendo entre sesenta y ochenta capítulos de la Biblia. Además, empecé a memorizar versículos de la Biblia y a recitarlos en los devocionales por la mañana. La Biblia no solo me inspiró, sino que además me ayudó a sacar mejores notas. Fue entonces cuando sentí el llamado de Dios para trabajar en el ministerio.

Me pidieron que dirigiera las reuniones de la Sociedad de Jóvenes y después de un tiempo me encargué de las reuniones en las iglesias de San Pablo. Luego conocía mi compañera, Lucila. Nos casamos, nos mudamos a Estados Unidos, terminamos nuestros estudios y regresamos a Brasil, ahora con tres hijos. La mayor sorpresa fue que, mientras dirigía a los jóvenes en el sur de Brasil en 1970, el Señor me llamó a ser el primer brasileño en servir como director asociado del Departamento de Jóvenes de la Asociación General.

Alabado sea el Señor por su Palabra y su poder para transformar vidas.

 

Leo Ranzolin

Brasil

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