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¿Sus planes o los míos?

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«Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo». Jeremías 29: 11

COMO MUCHOS OTROS JÓVENES CRISTIANOS, una de las preguntas más importantes que me he hecho es: «¿Qué planes tiene Dios para mi vida?». Me he dado cuenta de que nos planteamos esta pregunta muy a menudo y, sin embargo, no estamos preparados para escuchar la respuesta. Por ello, planeamos y esbozamos una vida «ideal», aquella que nos gustaría a nosotros vivir, olvidándonos de consultar nuestros planes con Dios y de seguir sus consejos.

Crecí en un hogar cristiano. Mis padres eran miembros de una congregación adventista en la Ciudad de Belice y allí adorábamos al Señor toda la familia. Era mi pedacito de cielo, mientras esperaba el cielo. Sin embargo, mis padres se divorciaron y entonces sentí que mi mundo se derrumbaba. No entendía lo que estaba pasando ni por qué Dios había permitido que las cosas llegaran hasta ese punto. Para mí, la iglesia dejó de ser lo que era, y empecé a asistir más por rutina que por la alegría de adorar.

Continué asistiendo a la iglesia hasta la edad adulta, pero no tenía una relación estrecha con el Señor y no comprendía que los pensamientos y los planes de Dios para sus hijos son mejores que los mejores planes que nosotros podamos concebir.

Mi padre me regaló un libro titulado La gracia de Dios, de Andy Stanley y, leyéndolo, recuerdo que me fascinó saber que la gracia de Dios siempre ha estado ahí para su pueblo, a pesar de que nos da instrucciones claras y a veces no logramos seguir sus pasos. El Señor provee los medios para traernos de nuevo hasta él y nos da segundas y, muchas veces, hasta terceras oportunidades para aceptar sus caminos y sus planes para nuestras vidas.

Poco a poco empecé a ver las cosas desde un prisma diferente, porque entonces entendí que los caminos del Todopoderoso son mayores y mejores que los nuestros y que sus planes para nuestro futuro nos conducirán a un final feliz.

Aunque nuestros ojos humanos no pueden ver más allá del aquí y el ahora, te animo a confiar en el Señor y a vivir con la certeza de que ¡el Dios de lo imposible existe!

 

Kyran Garbutt

Belice

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