|
RECUERDO QUE HACE UNOS AÑOS en mi familia experimentamos la peor crisis económica que puedo recordar. Ni mis padres ni yo teníamos trabajo, pues todas las ofertas implicaban trabajar en sábado.
Después de soportar esta situación durante un tiempo me desesperé y tomé la decisión de trabajar aunque ello implicara violar el sábado. Nada me importaba, solo quería tener un trabajo y poder suplir para mis necesidades, así que asistí a una entrevista de trabajo donde, de doce aspirantes, seleccionaron tres, entre esos tres me encontraba yo. Cuando me dijeron que me habían seleccionado me emocioné mucho, el único problema era que tendría que trabajar en sábado, sin embargo acepté la oferta y dije que podía empezar en cualquier momento. Estaba contenta y al llegar a casa le conté a mi familia de mi «buena suerte», pero a mi madre no le agradó la noticia y trató de convencerme de mi error, pero yo estaba decidida a trabajar sin importar mis principios.
Aunque al principio me mostré rebelde y terca, agradezco a Dios que al final mi madre me hizo entrar en razón. Llamé a la compañía y rechacé la oferta de trabajo alegando que mis principios no me lo permitían. La persona se molestó y me dijo que no volvería a tomarme en cuenta, sin embargo, sentí paz en mi corazón.
Tres días después recibí una llamada donde me pedían asistir a una reunión de trabajo, mientras conseguían a otra persona. No tenía dinero para asistir a esa reunión, pero mi madre lo consiguió y pude asistir. Durante la reunión expresé mi deseo de trabajar, expuse mis principios y dije que si me permitían tener el sábado libre estaba dispuesta a trabajar horas extra para compensar. El gerente se sorprendió de mi propuesta y me dijo que no había problema si alguien me sustituía los sábados. Mi jefa hizo los arreglos y gracias a Dios trabajé allí durante cinco años y medio. Puedo confirmar las palabras de nuestro Señor Jesús: «Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas». (Mateo 6: 33, NVI).
Después de esta experiencia mi vida espiritual dio un giro, ahora confío más plenamente en Dios. Hoy te animo a que pongas a Dios en primer lugar en todas tus decisiones y verás que él es fiel.
Madely de Perdomo
Guatemala