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No es un problema, es una bendición

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«Respeten como sagrados mis sábados, de manera que sean una señal entre ustedes y yo, así reconocerán que yo soy el Señor su Dios». Ezequiel 20: 20

NACÍ EN UN HOGAR ADVENTISTA, pero realicé todos mis estudios en escuelas públicas, rodeada de gente que no teme a Dios, con principios y costumbres diferentes. Durante mucho tiempo pensé que la del problema era yo porque no aceptaba participar de sus actividades y me rehusaba a asistir a clases en sábado.

En enero de 2012 culminé los estudios universitarios y seis meses después obtuve mi primer empleo. Fue maravilloso ver cómo Dios me bendecía, sin embargo, fue aquí cuando empezó realmente la prueba de fidelidad, en un principio la dueña del laboratorio decidió darme el sábado libre, pero dos años después me propuso un ascenso, todo lo que tenía que hacer era presentarme en el trabajo durante cuatro horas algunos sábados. No quise aceptar el «ascenso» así que me amenazó con despedirme. Dadas las circunstancias decidí renunciar.

Fue difícil encontrar otro empleo, ofrecían buenos sueldos y prestaciones pero nadie estaba dispuesto a darme el sábado libre, algunos amigos me decían que no tenía nada de malo ir a trabajar unas horas en sábado, al final de todo, mi trabajo se trataba de servir a otros. En momentos la duda llegaba a mi mente y con tristeza me preguntaba: «¿Por qué Dios no me permite encontrar un trabajo donde pueda servirle a él ya mi prójimo?» Pero por más que lo pensaba y oraba, no parecía recibir una respuesta, así que empecé a desesperarme. Un día, un año y medio después de haber quedado desempleada, recibí una llamada de mi antigua jefa, ella necesitaba que trabajara de nuevo con ella, sus palabras fueron: «Necesito a alguien de confianza, los pacientes preguntan por ti, no te preocupes por los sábados, yo me encargo de ese problema». Dios me estaba respondiendo y acepté volver. Hoy comprendo que guardar el sábado no es problema para un hijo o hija de Dios, más bien es una bendición cuando se decide ser fiel.

Amigo, nuestros principios no son «problemas» ni «cargas» que debemos llevar. Son bendiciones que hemos recibido.

Hoy te invito a mantener la frente en alto, a no avergonzarte de lo que crees, pues es parteinseparable de nosotros. ¡Que Dios te bendiga!

 

Déborah Ángeles Castillo

México

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