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Dios no estaba en mis planes, pero yo sí en los suyos -Segunda parte-

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«Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones». Salmo 46: 1, RV95

AYER TE CONTÉ CÓMO, de niña, viví en varios lugares y experimenté muchos maltratos. Cuando mi madre perdió nuestra tutela nos llevaron a un internado, allí había muchos niños y adolescentes y tuve la oportunidad de volver a estudiar. Pasó un largo año sin que mi madre nos visitara y yo perdí las esperanzas de reencontrarme con ella. Durante ese tiempo nadie nos adoptó.

Al fin mi madre consiguió el permiso para poder visitarnos. Recuerdo ese día de septiembre en que ella apareció en el internado con una niña de cinco meses en los brazos. Fue un momento muy especial, nos abrazamos y sentí el calor que solo puede venir de una madre. Ese día escuché por vez primera el nombre Adventista del Séptimo Día.

La nueva religión que profesaba mi madre no significaba nada para mí, pero sí noté el cambio en su vida, por primera vez en mucho tiempo la vi sobria. En cada visita mi madre oraba, nos enseñaba coritos y nos leía pasajes de la Biblia. Yo tenía doce años y pensaba que no necesitaba de nadie y que era autosuficiente, así que Dios no estaba en mis planes. Sin embargo, un año después del primer encuentro, mi madre recuperó nuestra tutela. Ese viernes nos fue a buscar y por la tarde asistimos a la iglesia y los hermanos nos recibieron con gran alegría. Yo todavía no estaba segura de creer en Dios, pero el ejemplo de mi madre me demostró que de la mano de Dios se puede vencer el alcohol, las drogas, la prostitución y cualquier otro obstáculo así que cinco meses después mis hermanos y yo nos bautizamos e inicie mi vida al servicio de Jesús.

Cada vez que pienso en mi pasado me doy cuenta de que si bien Dios no estaba en mis planes yo sí tenía un lugar en los suyos. Hoy quiero recordarte que Dios tiene planes para tu vida, cada giro inesperado, cada tragedia, cada sinsabor no pasa desapercibido para el Todopoderoso, en algún momento podrás ver el pasado y, como yo, reconocer la mano de Dios obrando para guiarte y ofrecerte la salvación.

Coloca a Dios en tus planes, tú ya estás en los suyos.

 

Lizbeth Amador

México

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