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A prueba de fuego

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«Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina». 2 Timoteo 1: 7, NTV

EN UNA OCASIÓN Charles Dickens dijo: «El hombre nunca sabe de qué es capaz hasta que lo intenta» y ciertamente la incertidumbre de no haber intentado algo en el momento no es una buena compañera de vida.

Cómo jóvenes, día a día se nos presentan situaciones en las que tenemos que tomar decisiones. Muchas veces nos apresuramos a intentar cosas para las que no es tamos preparados y, contradictoriamente, en otras ocasiones nuestras inseguridades y miedos no nos permiten asumir retos ni situaciones que ponen a prueba nuestras habilidades. En otras oportunidades las situaciones nos toman por sorpresa y nos maravillamos al darnos cuenta de lo que somos capaces.

Recuerdo que en mi niñez siempre fui la más delgada y enfermiza de mis hermanas, los brazos me temblaban cada vez que me tocaba ayudara cargar las compras del mercado. Un día, al entrar a la casa sentí un olor a humo y miré luces intermitentes que salían de mi habitación. Al acercarme me di cuenta de que mi habitación se estaba incendiando, pero no solo eso, recordé que mi hermana menor estaba dormida en mi cama. En ese momento grité con todas mis fuerzas, al escucharme, mis padres reaccionaron rápidamente. Mi madre corrió a traer agua y yo intenté abrir la puerta de la habitación, pero para mi sorpresa se había trabado el seguro desde adentro. Mi papá tumbó la puerta de un solo golpe y como si se tratara de una hoja liviana me la dio a mí para que la cargara.

Yo era la persona menos indicada para cargar la puerta. Por un instante pensé que no podría con tanto peso, pero el deseo de salvar a mi hermana de ese incendio medio las fuerzas necesarias para cargar esa puerta hasta que mi papá pudo rescatarla. Sé que Dios medio las fuerzas para sostener esa puerta, sé que Dios hizo el milagro de que pudiera superar mi debilidad física para salvar a mi hermana.

Puede que hoy enfrentes desafíos físicos, emocionales o espirituales, pero quiero decirte que Dios desea darte ese espíritu de valentía del que habló Pablo en el texto de hoy. Parafraseando a Dickens podemos decir que «El hombre nunca sabe de qué es capaz hasta que Dios interviene».

 

Natalie Rocío Alvarado Almendárez

Nicaragua

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