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La armadura para el tiempo del fin

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«Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y habiendo acabado todo, estar fines» (Efesios 6: 13).

EL CONSEJO es que tomemos la armadura de Dios para enfrentar la lucha cósmica contra el mal. Dios nos ofrece todos los recursos que son necesarios para hacer frente al enemigo y ganar la victoria sobre el diablo, que con astucia ataca al cristiano y puede aprovechar cualquier flanco débil para derrotarnos.

Haciendo la analogía con la armadura, la coraza de justicia nos protege contra los dardos venenosos del enemigo. Después, tenemos que calzarnos los pies con el apresto del evangelio de la paz. El evangelio es básicamente la buena noticia de que los hombres no tienen por qué morir; algo muy animador para el guerrero que está enfrentando enemigos implacables. El evangelio de la paz son las canilleras y sandalias que vestía el soldado en la guerra. También hay que tomar el escudo de la fe, porque la fe es como el escudo del soldado que cubría todo el cuerpo para librarlo de las flechas incandescentes del enemigo. La fe detiene los dardos de la tentación antes de que lleguen, como el temor, el desánimo, la impaciencia, los pensamientos impuros, la envidia y el enojo.

Si tomamos el yelmo de la Salvación, que es semejante al casco que usaba el soldado para proteger la cabeza, cubrimos la sede de la inteligencia y de la voluntad. El yelmo se convierte en la esperanza de salvación del soldado cristiano, nos ofrece protección contra el enemigo. Por último, la espada del Espíritu, que es un arma defensiva y ofensiva que mantiene al enemigo alejado. Se trata de la Palabra de Dios que sale de su boca con poder. Es como una espada de dos filos que corta, penetra y discierne los pensamientos e intenciones del corazón.

La armadura de Dios está a nuestro alcance. Oremos para que Dios nos tome y nos vista con sus armas para estar firmes hasta el fin.

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