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EL SIERVO es enviado por el dueño de todo, Cristo Jesús, quien siempre tiene un mensaje seguro y certero. Nuestro Señor Jesucristo ya hizo todo por el hombre: dio su vida en la cruz, ascendió al cielo para preparar un lugar para cada uno de los redimidos, y ha preparado la mesa para la cena en el reino celestial. Ya todo está listo y Jesús está esperando por nosotros para celebrar la gran cena. A todos los que han sido invitados, se nos da la advertencia de no dejarnos distraer por intereses personales. La invitación es urgente.
El mensaje que debemos creer y proclamar es: «Venid, que ya todo está preparado». El plan de salvación está completo en Cristo, no hay que esperar otro Mesías. No es necesario agregar nada a la salvación ya alcanzada. Él es el camino, la verdad y la vida. Todos sus siervos que hemos sido enviados, debemos proclamarlo como una realidad de vida eterna. El siervo de la parábola fue enviado a hablarle al pueblo, a la iglesia. Además, se nos pide celeridad, que vayamos por las plazas y las calles de la ciudad. Tenemos que ir a los necesitados, a los que no conocen a Dios. La indicación que recibieron los mensajeros fue: «Fuérzalos a entrar para que se llene mi casa». Fueron enviados a hablarles a los indiferentes espirituales, a los tibios, a los que aman al mundo y las cosas del mundo, a los que tienen su corazón en las cosas materiales. Con la frase «Fuérzalos a entrar», Jesús sencillamente quiso destacar la urgencia de la invitación y la fuerza apremiante de la gracia divina. Por lo tanto, la bondad y el amor debían ser la fuerza motriz.
Pronto, las puertas del cielo se abrirán para darle entrada al pueblo de Dios y sentarse a la mesa con Cristo. Tú y yo debemos estar allí.