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UNA DE LAS FUNCIONES que los padres desempeñan en el hogar es ser consejeros para sus hijos, principalmente cuando los hijos han crecido. Los padres de Jacob, Rebeca e Isaac, estaban preocupados por la situación que sus hijos estaban atravesando. Ella, en cumplimiento de su función como madre, le dijo a su hijo: «Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz: levántate y huye a casa de mi hermano Labán, en Harán» (Génesis 27: 43).
El padre, de igual manera, cumplió su función. Bendijo a su hijo y le dijo: «No tomes mujer de las hijas de Canaán» (Génesis 28: 1). Tanto él como ella hablaban el mismo idioma, porque querían lo mejor para sus hijos. Como padres cristianos, buscaban que sus hijos no se olvidaran de Dios ni de los principios divinos que guían la vida de una persona. Otra de las funciones de un padre cristiano es convertirse en sacerdote, que guía a su familia por el camino de la vida eterna. Si él no realiza esta función tan importante en un hogar, los miembros de la familia toman otro camino y se desvían. Jacob, como padre, cuando se percató de que su familia estaba buscando otros dioses en quien confiar, los llamó al arrepentimiento y a la consagración:
Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, limpiaos y mudad vuestros vestidos. Levantémonos y subamos a Betel, pues allí haré un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia y que ha estado conmigo en el camino que he andado (Génesis 35: 2, 3).
Se despojaron de todos los dioses falsos y, junto al altar, consagraron sus vidas al Dios verdadero. Los invitó a ir a Betel, donde se manifiesta la gloria de Dios. Después de esta acción, llegaron las bendiciones para ellos.
Padres: Seamos consejeros, sacerdotes y guías espirituales de nuestros hijos, y ellos recibirán las bendiciones divinas. Oremos pidiendo sabiduría del cielo y fortaleza espiritual.