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Riqueza y pobreza

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«Yo conozco tus obras, tu tribulación, tu pobreza (aunque eres rico) y la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás» (Apocalipsis 2: 9).

LA CIUDAD DE ESMIRNA era una ciudad importante de Asia menor, con un puerto en el mar Egeo. Ahí estaba la iglesia de Cristo, una iglesia en lo material. Sin embargo, poseía riqueza espiritual.

Esa riqueza, es la que verdaderamente tiene valor y es perdurable, porque el tiempo no puede borrarla ni el viento puede llevársela. No es posible para el hombre encontrar la satisfacción final en las cosas temporales. Salomón concluyó que todo es vanidad, excepto el temor a Dios y la guarda de sus mandamientos.

¿Qué es lo que hace rico espiritualmente a un cristiano? Su relación con Dios, que no es afectada por las circunstancias del momento. Su santidad en medio de una generación perversa. Su apego a las Escrituras cuando otros la rechazan. Su dependencia de Dios y no de sus recursos. Su vida de oración como el motor detrás de cada acción. Su deseo de glorificar a Dios, aun en las pequeñas cosas de la vida.

La pobreza de Laodicea consiste en su vida espiritual, porque materialmente era una iglesia rica, que no tenía necesidad de nada, pero con una vida espiritual desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda de la justicia de Cristo. Laodicea, fundada por Antíoco II en honor a su esposa Laodicea, era una ciudad comercial próspera y con muchas riquezas materiales. Producía lana negra pura y algodón. Vendía prendas de vestir de alta calidad, hechas de excelente lana negra. En el 60 d. C., fue destruida por un terremoto, y no aceptaron la ayuda imperial, sino que ellos mismos la reconstruyeron con sus propios recursos.

Que la riqueza espiritual de la iglesia de Esmirna nos inspire a buscar a Dios cada día. Así también, que la pobreza espiritual de Laodicea nos enseñe a no depender de lo material, sino de Dios, nuestra fortaleza.

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