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Caleb siguió fielmente la palabra del Señor

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«Excepto Caleb hijo de Jefone, él la verá, y yo le daré a él y a sus hijos la tierra que pisó, porque ha seguido fielmente a Jehová» (Deuteronomio 1: 36).

CUANDO DIOS decidió que todo el pueblo de Israel regresara al desierto después de estar en la frontera de la tierra prometida, dijo: «Ni un solo hombre de esta mala generación verá la buena tierra que juré que había de dar a vuestros padres» (Deuteronomio 1: 35). Toda esa generación debería morir en el desierto al rechazar a Dios y buscar dioses falsos. Pero también le prometió a Caleb y a su familia, que entrarían a Canaán por seguir fielmente su palabra. En medio de la incredulidad, la inmoralidad y la crisis espiritual del pueblo de Israel en el desierto, Caleb se mantuvo fiel a Dios y siguió fielmente sus dichos. «Por cuanto lo ha animado otro espíritu y decidió ir detrás de mí, yo lo haré entrar en la tierra donde estuvo, y su descendencia la tendrá en posesión» (Números 14: 24).

Otras versiones bíblicas dicen así: «Me ha sido fiel» (Nueva Versión Internacional), «Me obedeció puntualmente» (Biblia de Jerusalén), «Me ha seguido plenamente» (Reina-Valera Actualizada). Mediante este ejemplo, podemos reflexionar en que la esencia de una vida de fe es seguir en forma decidida y completa al Señor. Él no nos llama a vencer con nuestras propias fuerzas o a que seamos impecables, sino a seguirlo y aceptar lo que desea darnos. Él nos cuidará, nos guiará y purificará nuestros caracteres en armonía con su amor. Por medio de su Espíritu Santo nos llevará a la tierra prometida.

No olvidemos que Dios gobierna los cielos y la tierra, y la rebelión es castigada con la muerte. Solamente dos de los que salieron de Egipto vieron la tierra prometida. La peregrinación del pueblo se prolongó hasta que casi todos fueron sepultados en el desierto. «Hoy día Satanás está usando la misma estratagema para introducir los mismos males, y sus esfuerzos consiguen los mismos resultados que en los días de Israel dejaron a tantos en sus tumbas» (E. G. White, manuscrito 13, 1906).

Sin murmurar ante las pruebas y las circunstancias adversas, aun en medio de la idolatría y la rebelión, debemos seguir obedeciendo la Palabra de Dios y confiando en sus promesas divinas, hasta llegar a la patria celestial. Decidamos ir en pos de Dios, su camino es seguro y él sabe nuestro futuro. Tu descendencia recibirá su bendición.

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