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El gato pródigo

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“Así como el Padre me ha amado a mí también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor" (Juan 15: 9).

-¡Maestra! ¡Tenemos que ayudar a Sunshine! -me rogaron mis alumnos, al volver corriendo del recreo.

Corrí afuera y miré el patio, pero no vi nada. Los niños señalaron el borde de la propiedad de la escuela.

-¡Allá, arriba!

Allí, en lo alto de un poste, vi la figura redondeada de mi gato anaranjado atigrado. Sunshine venía conmigo a la escuela cada mañana, creyendo que los libros, los escritorios y los abrazos diarios de niños y niñas eran agradables… aunque mundanos. Sin embargo, hoy Sunshine había decidido agregar un poco de aventura a su rutina, y mis alumnos estaban preocupados por el bienestar de su amigo gatuno.

Llamé rápidamente a la empresa de electricidad, y rescataron a Sunshine. La paz y la tranquilidad volvieron a mi aula, y Sunshine volvió a tomar siestas sobre los escritorios. Sin embargo, una semana después, volví a escuchar:

-¡Maestra! ¡Tenemos que rescatar a Sunshine de nuevo!

Esta vez, era sobre el segundo poste (hay unos diez postes alrededor de la escuela). ¿Qué va a pensar la empresa al tener que volver a la escuela con su grúa? pensé. Afortunadamente, no hubo quejas, y Sunshine volvió a suelo firme.

-¿Cuándo va a aprender Sunshine?-preguntó un alumno, de manera conmovedora-. ¿No se da cuenta de que podría morirse haciendo algo así?

Sin considerar nuestras expectativas y preocupación por su bienestar, llegó el día en que encontramos a Sunshine…¡sobre el tercer poste! ¿Cómo podía llamar por tercera vez a la empresa?

-Lo lamento, alumnos, pero vamos a tener que dejar a Sunshine allí arriba. Él ha tomado su decisión.

El amor firme no es fácil; especialmente, cuando empieza a nevar. Los copos se hicieron más y más grandes, y la preocupación de mis alumnos no dejaba de aumentar. Estaba por terminar el día escolar, y Sunshine todavía estaba arriba del poste. Mi alumno más grande miró por la ventana una última vez.

-¡Sunshine! ¡Volviste a Casa!

Mis alumnos corrieron a rodear a Sunshine y a darle cálidos abrazos.

-¡Yo le busco comida! ¡Sáquenle la nieve de las orejas!

Todos querían cuidar de Sunshine quien, sabiamente, nunca más eligió subir a un poste de luz.

Algún día, en el cielo, nos enteraremos de cómo fue para Dios cada vez que nos alejamos de él, cómo se sintió. Anhelo el día en que el Señor me dé la bienvenida al hogar. Solo entonces comenzaremos a entender cuánto nos ama nuestro Padre.

JODIE BELL AAKKO

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