Regresar

Nunca estoy sola

Play/Pause Stop
“Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mí lado, tu vara de pastor me reconforta" (Sal. 23: 4).

Nunca estoy sola; incluso cuando me siento sola o cuando no hay nadie cerca. A veces, me embarga un sentimiento de intensa soledad y siento que nadie me entiende. Pero, aun en esos momentos, sé que no estoy sola, porque el Espíritu de Dios me asegura que siempre está conmigo.

Hace muchos años visité a mi abuela en Sudamérica. Cuando fuimos a verla, era muy anciana y estaba enferma. Mientras estuvimos allí, la llevamos a la iglesia y, en un momento silencioso del servicio, ella exclamó: "¡Dios!" Fue muy incómodo para mí, porque la gente de la iglesia no entendió. Yo tampoco entendí, porque era muy joven. Los miembros murmuraron: "Algo le pasa a esa anciana". Lo cierto era que algo estaba mal. Ella tenía Parkinson y la demencia que llega al final de la enfermedad.

Sin embargo, ella también tenía algo que no entendí hasta veinte o más años después de su muerte. Tenía a Dios: en su espíritu, en su mente y a su lado. Para ella, Dios era real y clamaba a él aún en su demencia.

Comprendí esto, porque muchas veces estoy tentada a sentirme sola. Como mis hijos crecieron y se fueron de casa, hay mucha quietud aquí. Pero en esta quietud, he encontrado una nueva profundidad en mi relación con Dios. Tengo a Dios y entiendo que él me tiene a mí, incluso en la palma de su mano. Dios está conmigo, Dios está cerca y puedo hablar con él.

De hecho, a menudo, me encuentro hablando con él audiblemente cuando estoy sola. Me consuela el saber que siempre está a mi lado. Me temo que, así como mi abuela materna, un día me oirán gritar "¡Dios!" cuando necesite sentirlo cerca. Quiero que me acerque más a él y me sostenga con fuerza, especialmente cuando las anclas terrenales me fallen.

¿A quién o a qué clamas, cuando las preocupaciones de este mundo te sobrepasan? Espero, querida hermana, que tu ancla sea Dios, porque su voluntad es mantenernos en el camino y sostenernos, no sea que nuestro pie tropiece en una piedra (ver Sal. 91: 12). En nuestras horas más profundas y oscuras, debemos confiar en él y clamar a Dios. ¡Él te está buscando!

WENDY WONGK

Matutina para Android