|
Desde hace dos semanas suenan en mi mente las palabras de un corito que aprendí hace muchos años: “Él nunca me ha fallado, él nunca me ha fallado. Jesucristo nunca me ha fallado. Donde vaya, quiero que el mundo sepa, Jesucristo nunca me ha fallado".
Ha habido ocasiones en mi vida en las cuales supe que Dios estaba muy cerca de mí. Recuerdo el día en que fui apurada al centro a comprar una torta para una de mis colegas, que estaba celebrando su cumpleaños. Normalmente hubiera encargado una torta al menos el día anterior a la fecha, pero esta vez me había olvidado de hacerlo.
En la primera pastelería por la que paré, no tenían una torta entera. Busqué en dos pastelerías más, sin éxito. Pero había estado orando todo el tiempo, para conseguir una torta y volver a la oficina antes de que mi colega se fuera a su casa. Solo quedaba una pastelería más y mi oración era: "Señor, por favor, haz que tengan una torta". Entré a negocio, miré la vitrina y la vi. Era la única torta entera, y estaba decorada de manera hermosa. Dios respondió a mi oración y proporcionó una torta que pudiera hacer que el cumpleaños de mi compañera fuera feliz.
También la experiencia de mi amiga Kenesha, que quería ir a Francia como profesora auxiliar, pero necesitaba dinero para pagar el pasaje de avión. No tenía idea de dónde podría obtener el dinero, pero reservó un pasaje para el día en que tenía que salir para llegar a Francia a tiempo. Se acercaba la fecha, y aunque ella y yo habíamos orado a menudo y contactado a muchas personas que pensamos que podían ayudar con el pasaje, no tuvimos éxito. Finalmente, una semana antes de la fecha de viaje, ¡un donante envió la cantidad exacta que necesitaba Kenesha! Ella tomó el avión como había ideado.
A lo largo de los años, he aprendido que debo hablar con mi Padre celestial sobre todo. Es cierto que a veces hago las cosas por mi cuenta y trato de solucionar mis problemas por mí misma. Pero invariablemente, cuando hago esto fracaso miserablemente y nunca encuentro la mejor solución. Sin embargo, en otras ocasiones, cuando estoy tentada a quejarme y lamentarme, pienso en lo misericordioso que ha sido Dios conmigo y le agradezco por estar constantemente al control de mi vida. Él nunca me ha fallado. Él nunca te fallará a ti tampoco.
CAROL JOY FIDER