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Hacía poco tiempo que el comunismo había caído en Ucrania, donde mi esposo y yo estábamos teniendo reuniones de evangelismo para establecer nuevas iglesias. Las personas que no habían tenido acceso a la Palabra de Dios en toda su vida atesoraban las Biblias, y todos los que asistían a una determinada cantidad de reuniones recibían una.
Cada tarde, dos mujeres venían a nuestro departamento para "protegerlo" mientras estábamos en las reuniones porque, al ser estadounidenses, éramos objetivos para el crimen.
La intérprete de mi esposo, Nadya, hablaba inglés perfectamente pero, al ser una nueva cristiana, no estaba acostumbrada a la estructura de la Biblia y le costaba encontrar los versículos con rapidez. Cada día, ella y mi esposo pasaban horas en la mesa de la cocina, repasando el sermón de la noche. Él usaba una gran cantidad de versículos al predicar, así que poner marcadores de libros en numerosas páginas no era una buena opción. Finalmente, mi práctico esposo desarrolló un plan. ¿Por qué no cortar las páginas de una Biblia adicional y ponerlas en orden en la parte delantera de la Biblia de Nadya? Ese método funcionó, pero tuvimos que dar muchas explicaciones a nuestras mujeres guardianas.
Ellas dieron un grito ahogado y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando mi esposo tomó un cortaplumas y comenzó a cortar con mucho cuidado páginas de la Biblia adicional. Este no era simplemente un libro que podía ser usado a conveniencia de cada uno, era la Santa Palabra de Dios lo que estábamos "corrompiendo". En su época, las casas habían sido revisadas en búsqueda de Biblias, libros religiosos, e incluso partituras de coros. Algunos habían terminado en la cárcel por poseerlos. Se hacían copias con máquinas de escribir silenciadas en armarios aislados. Las personas que tenían un ejemplar podían ser acosadas por las autoridades, o incluso ser puestas en la cárcel.
¡Y aquí el Pr. Huff estaba cortando una Biblia! Él y Nadya trataron de explicar que estaban sacrificando un Libro para beneficio de muchas personas. Ese día, en esa habitación, todos vivimos una experiencia difícil. Quizás hubiera habido otras formas de resolver este problema, pero esta fue una herramienta rápida, útil y eficaz para que la intérprete presentara el evangelio a personas hambrientas espiritualmente. La Biblia, incluso una Biblia cortada, iluminó el camino a 511 personas que fueron bautizadas en esa ciudad, y que establecieron una nueva iglesia en Ucrania, perteneciente a la ex Unión Soviética. ¡La luz de Dios sigue brillando!
BARBARA HUFF