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El inga y la palmera de asaí

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"Como palmeras florecen los justos: corno cedros des Líbano crecen” (Sal. 92: 12).

Desde el condominio en el que vivo, puedo ver muchos árboles. Algunos son grandes, con troncos gruesos; otros, delgados. En el patio trasero de nuestra casa tenemos un inga, un árbol con tronco fuerte y grueso. Sus ramas se extienden sobre el jardín y nos dan sombra en los días calurosos. Es tan majestuoso como un cedro. En el jardín delantero hay un conjunto de plantones de palmera de asaí. Es la típica palmera frutal de la región. El diámetro de su tronco no supera los catorce centímetros, y suelen medir unos doce metros de altura. En realidad, sus tallos parecen muy frágiles y, en comparación con los otros grandes árboles del Amazonas, parecen palillos.

En la región norte del Brasil, el invierno va de diciembre a marzo, la temporada de lluvias, cuando llueve todo el día. En cualquier momento puede comenzar una tormenta. Nubes gigantes repentinamente sueltan su catarata, causando inundaciones y desastres en la ciudad.

En una de esas tormentas repentinas, nuestro inga, fuerte y resistente, no pudo con los fuertes vientos y la intensa lluvia, y se quebró por completo. Sus ramas llegaban hasta la calle. Para evitar que el árbol dañara los cables eléctricos, tuvimos que llamar a los bomberos, para que lo quitaran. Más tarde, cuando miré el jardín delantero, vi que los plantones de asaí, que parecían tan frágiles y delgados, permanecían intactos. No podía entender cómo un árbol hermoso y fuerte, que extendía sus frondosas ramas, podía quebrarse, mientras que los plantones de asa permanecían firmes. Pero entonces, recordé una clase de botánica en la que el profesor explicó que el tallo de la palmera es muy flexible. Los tallos más delgados pueden soportar más el viento. Sin embargo, los troncos de árboles grandes se ahuecan y se quiebran en cualquier momento.

Reflexioné sobre por qué el salmista había usado la palmera como referencia. No me parecían hermosas ni tenían una fragancia cautivante, lo que es más, están siempre inclinadas. Pero el diccionario declara que florecer no solo es la acción de dar flores, ¡sino también la de prosperar!

Muchas veces nos llegan tormentas y dificultades. Recordemos que aunque el cedro se distingue por su grandeza y altura, la palmera soporta las tormentas. Al lado de Cristo, el justo nunca estará desamparado.

MARIANA SAMPAIO

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