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Mi familia y yo viajamos a Florida en Navidad. La idea era pasar seis meses estudiando inglés. Mis hijas y yo permaneceríamos allí, y mi esposo volvería al Brasil para trabajar y ayudarnos a la distancia.
En esa época, la diferencia entre el dólar estadounidense y el dinero del Brasil era muy grande. Decidimos no amueblar el departamento, sino vivir muy económicamente durante esos seis meses, a fin de poder cumplir nuestro sueño de aprender inglés. Apenas llegamos a Florida, recibimos un sillón, una mesa y un colchón de otros creyentes. Pero todavía no teníamos sillas. Sin sillas, no podíamos sentarnos alrededor de la mesa para comer.
Parecía algo tan tonto, pero odiaba no poder comer en la mesa y no tener sillas. Sentarnos alrededor de la mesa y quedarnos charlando en familia luego de una comida es algo muy preciado para mí. Por esto, luego de algún tiempo sin sillas, comencé a deprimirme. Una noche, hablé con Dios. Le dije: "Señor, tú conoces mi corazón. Sabes lo que estoy sintiendo, la distancia de mi casa amueblada en el Brasil y cuánto extraño a mi esposo. Quisiera pedirte que me ayudes a encontrar cuatro sillas. Sé que este es un país rico. Tiene que haber algunas sillas abandonadas en algún lado. Por favor, Señor, este es un pedido simple, pero sé que estas sillas determinarán una diferencia en mi vida. Te pido y te agradezco en el nombre de Jesús. Amén".
Parecía algo tan pequeño con lo cual molestar a Dios que decidí abrirle mi corazón. Luego de orar, me fui a dormir. A la mañana siguiente, cuando llevaba a mi hija menor a la escuela, mi vecina me llamó diciendo:
-No sé si querrás esto, pero ayer mi esposo encontró cuatro sillas en buen estado.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y le hablé sobre mi oración.
Más tarde, su esposo me contó que cuando yo oraba por las sillas, ya estaban en su casa. No nos habían molestado entonces, porque ya era de noche.
Querida amiga: no temas pedir a nuestro maravilloso Dios lo que necesitas hoy. Él se preocupa aun por las cosas pequeñas. Pídele con todo tu corazón, y él responderá. Así, podrás testificar del amor de Dios a otras personas.
IVANI VIVIANA SAMPAIO MAXIMINO