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¡Felicitaciones! Llegaste al segundo día. Ayer leíste Génesis 1 al 3, ¿verdad? Entonces ya sabes que Dios pronunció algunas palabras sobre la nada y luego la tierra llegó a ser un perfecto paraíso. Cuando yo vaya al cielo, me dirigiré directamente a la Fuente de la que surgieron todas las cosas. Quiero ver cuáles otras cosas hay allí, ¿tú no? La lectura del primer día me hizo celebrar la creación de Dios, pero también introdujo el destructivo poder de Satanás.
La caída de Adán y Eva, consecuencia de una mala decisión, no terminó con su pecado. Avanza hasta Génesis 4 y verás a Caín molesto con Abel. ¿Cuál era el problema? Pues ya lo leíste. Dios aceptó la oveja que Abel ofreció y rechazó la fruta de Caín. ¿Qué tiene Dios contra la fruta? Nada en realidad. Pero Dios pidió a Caín y Abel un cordero para el sacrificio, porque simbolizaba a Jesucristo, quien un día vendría a la tierra y moriría por los pecados del mundo. Caín sabía esto, pero decidió ofrecer fruta. Así que el único individuo contra quien debió estar molesto era él mismo.
Caín me recuerda mucho a mí de adolescente. Cuando tuve varicela me molesté mucho con mi hermanita porque pensé que ella me la había contagiado. No podía enfrentar a Dios, quien, a mi juicio, no me había protegido de ese terrible azote, ni podía descargar mi enojo sobre mis hermanos mayores. (Ellos se desquitaban conmigo.) Así que me desquité con la única persona que podía en casa, mi hermanita. En aquel entonces yo era un chico malo, ¿no crees?
La ira mal dirigida puede llevarnos a tomar decisiones muy pobres. En el caso de Caín, eso lo condujo a hacer lo impensable: matar a su hermano, un acto que lo apartó de la presencia de Dios (Génesis 4: 16). Cómo lidias con tu enojo puede acercarte a Dios o alejarte de él. Si hoy algo te molesta, háblalo con Dios. Ora. Nada es muy pequeño para discutirlo con Dios. No saques a Caín.
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Génesis 4-6
Hoy, no te pierdas Génesis 6, la historia del diluvio. Concéntrate en el versículo 6 ¿Hay algo que hayas hecho hasta hoy que haría llorar a Dios?