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El problema de Eva fue la codicia. ¿Qué necesitaba ella en el Jardín del Edén? Absolutamente, nada, lo tenía todo y en condiciones perfectas. Sin embargo, el engañador le hizo creer que Dios se reservaba información importante, por lo tanto, si comía el fruto alcanzaría un nivel de conocimiento inimaginable; entonces, sería especial y tendría un nuevo estatus. ¡Incluso sería como Dios! Eva no fue engañada porque Dios no la hubiera advertido o porque tuviera alguna necesidad; simplemente consideró «conocer» más allá de lo que sus ojos divisaban. El fruto por sí mismo no fue el problema. El verdadero problema consistió en su actitud codiciosa, rebelde y de oposición a la voluntad divina. En consecuencia, ciertamente conoció, pero no lo que esperaba. Conoció el dolor y la muerte.
Tú tienes derecho a aspirar en grande. Soñar con un futuro mejor en relación con tu presente, pero debes distinguir entre la aspiración y la codicia. La codicia es un ardiente deseo por poseer lo que no puedes tener o no debes tener en este momento. La codicia siempre conlleva un desenlace trágico o desagradable, ya que envalentona a las personas a ser deshonestas, traidoras, y arriesgadas para conseguir, cueste lo que cueste, lo que añoran sin importarles si Dios lo prohibió, si implica transgredir un mandamiento o pisotear los derechos de los demás.
La codicia es el pecado del corazón que no necesariamente se manifiesta en una acción o conducta equivocada, pero permanece en la mente como un deseo indebido que alimentamos con nuestros pensamientos. Dios nos advierte de este asunto, pues permitirla significa desobedecer el décimo mandamiento: «No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca» (Éxodo 20: 17). Eva no tenía un esposo que codiciar, porque el único hombre era Adán, ni un animal que quisiera tener porque todos le pertenecían y desde luego no había esclavos. Nada le faltaba, pero codició conocimiento, quiso ocupar el lugar de Dios y por eso se equivocó.