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Jacob favoreció a José y eso complicó el ambiente familiar. A Rubén le correspondía la primogenitura, pero faltó al respeto de su padre y perdió ese privilegio. Por lo tanto, Jacob pensó que José era el indicado para tomar el lugar de Rubén, pues era el hijo mayor de Raquel, su esposa predilecta. Pero Dios tenía otros planes, el elegido sería Judá.
José tenía problemas más pronunciados con cuatro de sus hermanos: Dan y Neftalí, hijos de Bilhá; Gad y Aser, hijos de Zilpá. Evidentemente, la conducta de José influyó para que lo aborrecieran. Con cierta soberbia narró sus sueños sin reservare ningún detalle. Posteriormente, cuando su padre lo envió a llevarles comida a sus hermanos que estaban pastoreando, emprendió una larga caminata de cincuenta kilómetros vistiendo la elegante túnica digna de príncipes. No era el mejor atuendo para ese largo trayecto, además, por esa túnica sus hermanos lo reconocieron a la distancia y desde ese momento empezaron a tramar dañarlo. La túnica fue el pretexto para que afloraran de sus corazones dos emociones negativas emociones que siempre debemos evitar: odio y envidia. La combinación de estas dos resulta en las peores conductas, pues impulsa, a quienes se dejan controlar por ellas a cometer barbaridades como ocurrió en esa ocasión.
En ese contexto, se destaca la actitud de Rubén y de Judá. El primero procuró que sus hermanos cambiaran de parecer para evitar la muerte de José, esa era la primera opción y la ideal. Su intención por defender a José demuestra que no guardaba resentimiento de que Jacob tratara a José como el primogénito; Rubén quiso favorecer la armonía del grupo. Por otra parte, Judá propuso que lo vendieran a la caravana de ismaelitas y aunque no era lo ideal, comparado con el plan de matarlo, era una buena idea.
Dios bendice a los pacificadores, a quienes intervienen para detener una injusticia y buscan favorecer la reconciliación. Al final, cuando Jacob bendijo a sus hijos antes de morir, Judá recibiría la mejor de todas, pues mediante su descendencia nacería el Salvador del mundo, nuestro Señor Jesús. Por eso él fue quien ocupó el primer lugar entre los doce hermanos.