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Después de cuarenta años recorriendo el desierto como pastor de ovejas, Moisés conocía perfectamente las veredas, las cañadas, las rocas y los mejores lugares para apacentar al rebaño. Todos los días eran iguales, no había ninguna novedad. Sin embargo, un día vio el extraño fenómeno de la zarza en fuego que no se consumía. Era el Ángel del Señor que tomó la iniciativa y acudió espectacularmente para llamar la atención de un hombre de ochenta años, que pensó nunca más volvería a Egipto. Moisés había perdido la esperanza de ser el libertador, imaginó que su pueblo nunca se asentaría en Canaán. Consideró que sus hermanos hebreos iban a permanecer como esclavos siempre.
De inmediato, movido por la curiosidad, Moisés decidió acercarse para saber por qué la zarza no se consumía, entonces escuchó su voz. Él quería conocer el fenómeno, pero se sorprendió que la voz que se escuchó lo llamara por su nombre. Dios tenía un importante mensaje que transmitirle, más para poder escucharlo, había una condición: Moisés tenía que descalzarse como señal de reverencia, pues no se iba a acercar a una zarza común sino a la presencia de Dios.
En ese contexto cultural, quitarse el calzado es señal de reverencia y respeto. Con elementos diferentes, el principio es el mismo para nosotros: ser reverentes tanto en el templo, hasta cuando invocamos su nombre. No importa dónde busques a Dios, despójate de cualquier elemento que te impida adorarlo genuinamente. Demostramos reverencia cuando hacemos a un lado cualquier dispositivo por más inteligente que sea.
Después de quitarse el calzado, el Ángel del Señor le transmitió el mensaje, en concreto le dijo: he visto la esclavitud de mi pueblo; voy a liberarlos; los voy a conducir a Canaán; tú eres el libertador. Gran sorpresa para Moisés. Así como Dios vio la opresión contra su pueblo conoce nuestras luchas actuales, quiere que recordemos que somos extranjeros, este mundo no es todo lo que hay ni estamos destinados a permanecer aquí por siempre. Hay un mejor lugar para nosotros que Canaán, muy pronto Dios nos sacará de aquí para llevarnos a su reino.