|
Vamos a aprender el propósito de la ofrenda de consagración. También se le conoce como el holocausto u ofrenda quemada. Esta ofrenda representaba el compromiso total de la persona con Dios. Como sucedía con cada una de las ofrendas, había provisión para que todos pudieran ofrendar sin importar si eran ricos o pobres, pues Dios designó diferentes animales, independientemente de su situación económica. Cuando la persona entendía el amor y la misericordia divina, acudía voluntariamente al santuario para dedicar una víctima a Dios. La característica primordial de esta ofrenda es que se quemaba en su totalidad. El adorador ponía su mano sobre la víctima como una acción que representaba en primer lugar su identificación con el sacrificio; en segundo lugar, el adorador le transmitía al animal su dedicación absoluta a Dios. Esta era la razón para quemarla por completo. El adorador decía en su corazón: «Así como todo el animal es ofrecido a Dios, así me entrego sin reserva a ti mi Dios».
Con esta ofrenda el adorador reconocía que cuando Dios entregó su amor por la humanidad lo entregó todo, no una parte. Asimismo, esta ofrenda reconoce que cuando Jesús desarrolló su ministerio en esta tierra se entregó por completo. El sacrificio de Cristo fue perfecto que Dios lo catalogó como una ofrenda perfecta de aroma agradable ante el trono celestial: ««Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios» (Efesios 5: 2). Por lo tanto, Dios espera que nosotros nos identifiquemos con Cristo plenamente, que no reservemos una parte de nuestro corazón o pensamientos para seguir a los ídolos o dioses de invención humana.
Hoy, el Señor espera que seamos sacrificios vivos para él. Cuando decidimos entregarle nuestras ofrendas, nuestro servicio incondicional, nuestras oraciones y alabanzas, todo esto asciende al trono como ofrenda agradable. El apóstol Pablo lo entendió así: «Les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer» (Romanos 12: 1). Entonces, nuestra influencia ejercerá no solamente un aroma grato ante el trono de Dios, sino un aroma agradable también en nuestro entorno. Entonces nuestra compañía resultará agradable como el aroma de una fina fragancia (2 Corintios 2:14-15).