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Libres En Cristo

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El año cincuenta lo declararán ustedes año santo: será un año de liberación, y en él anunciarán libertad para todos los habitantes del país. Todo hombre volverá al seno de su familia y a la posesión de sus tierras (Levítico 25: 10).

Cada cincuenta años la gente en Israel tenía la oportunidad de empezar de nuevo. Las deudas eran canceladas, los esclavos eran puestos en libertad y las familias podían reunirse. Este era el año del jubileo. «Jubileo» significa el sonido de la trompeta. El día diez del séptimo mes, justo al inicio del año civil de Israel empezaba la fiesta en la que sus bendiciones se prolongaban todo el año. Esta celebración de origen divino no tiene comparación con ninguna nación de los días de Israel. Estaba destinada a establecer la justicia social. No era el plan de Dios que entre su propio pueblo se oprimieran o sacaran ventaja de las personas con menos recursos.

Si alguien había tomado decisiones equivocadas y debía mucho dinero, lo primero que ocurría es que lo despojaban de su tierra, si aun así no lograba pagar tenía que trabajar como esclavo. ¡Estaba condenado a perderlo todo y vivir por siempre como esclavo! Gracias a Dios que en su misericordia no dejaría a nadie en la miseria. Cualquier persona en la peor situación, podía vislumbrar con esperanza al año cincuenta para recuperarlo todo y empezar de nuevo. De tal manera que Dios se aseguraba que los israelitas que se habían visto obligados a vender su propiedad para pagar una deuda la recibieran nuevamente y pudieran poseerla ellos y su descendencia. Así Dios garantizaba que en su pueblo no existieran diferencias abismales de clases sociales. Para que reinara la justicia, primero tenía que existir la paz e igualdad entre ellos.

Pero más maravilloso aún es que Jesús, en su ministerio, vino a proclamarnos el año del jubileo, es el año favorable del Señor (Lucas 4: 19). En Jesús encontramos perdón a toda nuestra deuda del pecado, él promete restaurar nuestras relaciones con la familia y encontrar libertad de la opresión del enemigo. No obstante, el cumplimiento es parcial. Será cuando Jesús regrese por segunda vez que la fiesta será eterna; entonces, Dios nos devolverá el paraíso que perdieron Adán y Eva, el reencuentro será con todos los familiares que han muerto y todos viviremos sanos y libres para adorar a Jesús por siempre.

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