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¿Te gustaría que te fuera bien siempre en cada proyecto que emprendes y en todo lo que te propones? Siete veces aparece en Deuteronomio la frase «para que te vaya bien» (4: 40; 5: 29, 33; 6: 3, 18, 24; 10: 13). Siempre la vas a encontrar en el contexto de la obediencia a los mandamientos. El capítulo 5 repite los Diez Mandamientos; después de cuarenta años de haberlos recibido, los entendían mejor, esta es la razón por la cual si los comparas con Éxodo 20 puedes encontrarles mayor significado. Así como no podemos imaginar un país sin leyes, una ciudad sin semáforos, una empresa sin una estructura organizacional o una escuela sin reglamentos, así de imposible es que alguien pretenda desacreditar la voluntad de Dios expresada en los Diez Mandamientos.
Cuando lees Deuteronomio 6, te das cuenta de una orden explícita de amar a Dios, por ejemplo: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerza» (vers. 5). La razón es que la única obediencia que cuenta para el Señor es la que procede del amor. Sin embargo, ¿crees tú que es posible pedirle a alguien que te ame? ¿Se puede exigir o imponer el amor? No. Dios está de acuerdo que no es posible, pero lo que sí quería de Israel, es que reconociera la iniciativa divina de libertarlos de la esclavitud, los milagros a su favor, cómo los sostuvo en el desierto... En consecuencia, que cada persona respondiera amándolo sobre cualquier dios de confección humana.
Esto mismo Dios espera de ti. Cuando reconocemos cuánto nos invita, cómo nos salva, cómo responde a nuestras oraciones; cuando somos conscientes de su conducción hacia la Patria celestial, entonces lo preferiremos, amaremos y obedeceremos. Desde este enfoque, los Diez Mandamientos no serán una carga, sino un deleite obedecerlos.
El Salmo 119 se centra en la Ley de Dios. El autor experimentó el ideal divino. Es decir, él enseña que obedecer la Ley en sintonía con Dios es tan dulce como la miel (vers. 103), es una luz que nos muestra el camino (vers. 105), un tesoro superior a cualquier riqueza (vers, 14); significa vivir en auténtica libertad (vers. 45), es la razón de experimentar gozo (vers. 14). Todo esto puede ser tu experiencia cuando guardas los preceptos de Dios en tu corazón (vers. 11).