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En muchas personas existe el interés, pero también el peligro, de buscar «profetas» solamente para satisfacer su curiosidad en cuanto al futuro. De esta forma muchos videntes o médiums se han vuelto millonarios. Desde personas que pretenden leer la mano en alguna sencilla comunidad, hasta personajes famosos por los medios de comunicación. ¿Qué impulsa a las personas a consultarlos? Curiosidad o temor. Ciertamente, hay pronósticos que se pueden dar con base en evidencias científicas y probabilidades en la cuales no hay maldad. Por ejemplo, el meteorólogo que nos anticipa cómo vestir mañana al salir de casa para protegernos del frío o la lluvia; o el analista deportivo que antes de que empiece el Mundial de Futbol, con base en los resultados previos, nos adelanta en qué posición va a terminar cada selección.
Sin embargo, la Biblia condena buscar respuestas en el hombre a lo que Dios ya reveló en su Palabra. El desmedido interés por conocer el futuro nos indica que las personas van en la dirección equivocada. Robert Thompson, catedrático e investigador de la Universidad de Syracuse, señaló: «Todo lo paranormal es verdaderamente seductivo». Además, agregó que 60% de la población estadounidense considera que hay personas con poderes psíquicos. Es decir, la gente anhela a alguien que le indique el futuro, pero no tiene sentido saber el futuro si no estamos dispuestos a realizar lo que Dios nos indica en el presente.
Una razón por la cual Dios se desilusionó de los habitantes de Canaán, fue su afición a consultar brujos y hechiceros. Hoy muchos consultan las estrellas para saber cómo les irá mañana, otros tienen sus amuletos o caen en la superstición. Por otra parte, si somos honestos, debemos reconocer que efectivamente todos queremos saber qué nos depara el mañana en el ámbito personal y mundial para estar prevenidos. En el contexto de Deuteronomio 18 y en nuestro propio contexto, no es casualidad que mientras los versículos 9 al 14 indican lo que no debemos hacer, el versículo 15 nos presenta al verdadero Profeta: Jesucristo.