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El Valle de Acor

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Acán respondió a Josué: "Verdaderamente, yo he pecado contra Jehová, el Dios de Israel; he hecho así y así (Josué 7: 20, RV1960).

Aunque Dios pudo decirle a Josué quién era el culpable, ordenó una investigación desde la tribu, hasta la familia y hasta la persona responsable de la derrota en Hai. Idealmente, Acán pudo reconocer su error desde que el ejército fue derrotado, pero no se arrepintió; pudo confesar conforme la investigación avanzaba y se acercaba a su familia, pero nunca lo hizo. Hasta que él fue señalado, pronunció las palabras de Josué 7:20. ¿Crees que ese arrepentimiento fue genuino? De ninguna manera. Fueron las circunstancias, el verse descubierto, que lo obligaron a ese pronunciamiento. Bajo esta misma categoría están personajes como el faraón (Éxodo 9: 27), Balaam (Números 22:34), el rey Saúl (1 Samuel 15:24) y Judas que traicionó a Jesús (Mateo 27: 4).

El pecado acarrea consecuencias; en este caso, la muerte de treinta y seis soldados se pudo evitar. Cuando Acán quedó evidenciado ante el pueblo como el responsable, ¿cuál habrá sido la expresión en los rostros de los familiares de los treinta y seis soldados que habían muerto? Además, la misma familia de Acán sufrió las consecuencias, pues fueron influenciados por su conducta y cooperaron en ocultar lo que se había robado y encubrieron el error. En consecuencia, toda la familia murió en el Valle de Acor y en el lugar quedó como evidencia un montón de piedras.

En Gilgal y en el Jordán quedaron como recuerdo monumentos de piedra para celebrar la gracia y la misericordia de Dios; paradójicamente, en el Valle de Acor quedó también un montón de piedras para recordar la justicia de Dios. De ahí en adelante la expresión Valle de Acor llegó a significar «tragedia, lamento y derrota». Más adelante, tanto el profeta Isaías como el profeta Oseas usan la expresión «Valle de Acor» con un nuevo significado; lo refieren como un lugar de reposo y pastizales y como una puerta de esperanza (Isaías 65: 10; Oseas 2: 15). Es decir, como ocurrió con Josué e Israel cuando le dieron a Dios, de nuevo, el control de la estrategia, puede pasar con nosotros. Cuando nos arrepentimos de verdad, cuando buscamos a Dios de todo corazón, ninguna derrota permanecerá por siempre. El Señor puede cambiar nuestros fracasos por victorias y darnos la oportunidad de vencer aquello que antes nos había vencido.

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