La Salvación Es Personal

Murieron también todos los israelitas de la época de Josué. Y así, los que nacieron después no sabían nada del Señor ni de sus hechos en favor de Israel (Jueces 2:10).

Josué y sus contemporáneos murieron y llegó el momento en que los descendientes de estos tenían la responsabilidad de continuar con el plan de Dios. Desafortunadamente, ellos desaprovecharon su oportunidad. La razón primordial de su fracaso consistió en que no habían experimentado el poder de Dios de primera mano. Conocían la historia de la liberación de Egipto y todos los milagros subsecuentes a favor de sus antepasados solo en la teoría, pero de manera individual nadie había «probado» aún el poder de Dios.

La invitación de Dios es que conozcas y experimentes su poder por ti mismo. Si bien es una bendición tener padres y abuelos que obedezcan y sirvan a Dios, su ejemplo debe inspirarte a buscarlo de todo corazón. Respecto a la vida cristiana, la carrera es individual; la vida espiritual no se hereda. Cuando Jesús desarrolló su ministerio, descubrió que muchas personas nunca entendieron la naturaleza individual de la salvación y pensaban que su nacionalidad judía les garantizaba la entrada al reino de los cielos. Otros, abiertamente le recordaron a Jesús que Abraham era su padre. En medio de esos malos entendidos, es que leemos las dos posturas: «<Ellos le dijeron: "¡Nuestro padre es Abraham!" Pero Jesús les contestó: "Si ustedes fueran de veras hijos de Abraham, harían lo que él hizo"» (Juan 8: 39).

En la época de los jueces Dios permitió la continuidad de algunos pueblos (3:1) para que así la nueva generación que no conocía el poder de Dios aprendiera a confiar en él mediante los métodos y las estrategias de guerra divinos. En efecto, cada guerra requería más que soldados; requería hombres de fe dispuestos a acatar las «<extrañas» órdenes de Dios que fungía como su gran comandante.

Hoy, Dios permite que enfrentemos desafíos de distinta naturaleza, pues solo así algunos lo recuerdan y oran. En consecuencia, nuestra fe se desarrolla, el carácter se fortalece, aprendemos a confiar y depender de Dios y nos preparamos para mayores desafíos y responsabilidades. No te desanimes ante algún obstáculo, mejor busca al Eterno y sigue sus indicaciones. Después de todo, así es como llegarás a conocerlo por ti mismo.