Acsa

Encontrar el nombre de una mujer en el Libro de los Jueces no es común. Si bien ella no fue jueza, se distinguió por ser una joven sabia. Fue hija de Caleb y se convirtió en la esposa del primer juez que menciona el libro: Otoniel. El hecho de haber crecido en la casa de Caleb significó la oportunidad de escuchar los relatos de su padre en cuanto a sus vivencias como espía en Canaán algunas décadas atrás. Ese fiel testimonio de su padre y el ambiente de un hogar en que se respiraba la fe, influyó positivamente en su experiencia con Dios.

El breve relato de la experiencia de Acsa aparece dos veces en la Biblia, en Josué 15: 16-19, así como en Jueces 1:12-15. Estos pasajes destacan la fidelidad, previsión y tacto de Acsa. Ella aparece en escena cuando su padre pronunció las palabras del versículo de hoy. Quizá te parezca extraña la propuesta de Caleb. ¿Acaso consideraba a su hija un trofeo para el más valiente? La realidad es que en una sociedad en que muchos matrimonios eran arreglados por los padres, Caleb fue sensato, pues sabía que quien estuviera dispuesto a combatir no solo requería valentía y fuerza física sino fe en Dios.

Posterior a la batalla, Otoniel y Acsa se casaron. Pronto, Acsa se dio cuenta de que las tierras que su padre le heredó no eran propicias para la agricultura, ni la ganadería, ya que carecían de manantiales. Por lo tanto, le solicitó a su padre otra tierra mejor. En señal de respeto, descendió del asno e hizo la petición: "Quiero que me concedas algo", contestó ella, "Ya que me has dado tierras en el Négueb, dame también manantiales". Y Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo» (vers.15). Así fue como demostró sabiduría, pues estaba interesada en el bienestar de su hogar e indudablemente fue una buena administradora de los bienes que su padre le concedió.

Su padre no se limitó a darle un poco, sino le dio más de lo que ella solicitó, le otorgó «los manantiales de arriba y los de abajo». El predicador Charles Spurgeon comenta sobre este incidente que hoy nosotros somos como Acsa y Otoniel. Poseemos tierras, es decir, vida, pero sin agua. Sin embargo, tenemos un Padre más rico que Caleb. Podemos dirigirnos a él para solicitarle las aguas del Espíritu Santo y así nuestra vida sea fértil y fructífera para su gloria.