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Dios eligió a un hombre desanimado. Durante siete años Israel estuvo sometido a los madianitas quienes les robaban los productos de la cosecha. Cada vez que se aproximaba el enemigo, los israelitas corrían a esconderse en cuevas. ¡Qué decepcionante! Israel era víctima en su propia tierra. Cuando el Ángel del Señor se presentó a Gedeón, este manifestó su decepción. Asimismo, se sentía insuficiente por pertenecer a una familia que no tenía influencia en las decisiones de la nación. Estaba abatido.
Dios llamó a un hombre que en su casa había idolatría. Para que Gedeón pudiera ser un libertador, primero necesitaba limpiar su casa de la idolatría. La misión no era sencilla, ya que era su padre quien había levantado un altar en honor a Baal. Gedeón usó la fuerza de un toro para la destrucción de ese sitio. Un tanto temeroso del efecto de su acción, llevó a cabo su obra durante la noche.
Dios llamó a un hombre que pedía pruebas. Gedeón tenía muchas dudas, pero Dios las disipó con manifestaciones poderosas. Primero, Gedeón colocó «<el cuero lanudo de una oveja» (vers. 37). Solicitó que el rocío de la mañana solo mojara ese cuero, pero la tierra no. Dios respondió tal como Gedeón pidió. Al siguiente día, el pedido fue lo contrario: que la tierra alrededor del cuero lanudo estuviera mojada, pero el cuero no; Dios también respondió tal como Gedeón lo solicitó (vers. 39). Dios fue paciente y le dio certidumbre de su compañía.
Gedeón triunfó porque Dios le dio el Espíritu Santo. «El espíritu del Señor se adueñó de Gedeón, y este tocó un cuerno de carnero para que se le unieran los del clan de Abiézer» (vers. 34). Esta fue la clave de su éxito. ¿Has permitido que el Espíritu Santo se «adueñe» de ti? En el caso de Gedeón, lo fortaleció para transmitir un mensaje certero de que era el plan de Dios liberarse de la opresión. La respuesta al sonido de la trompeta que hizo sonar fue inmediata, muchos acudieron.
Dios colocó a Gedeón como un héroe de la fe. Ningún juez de Israel era un hombre de fe perfecta, fue a lo largo del trayecto con Dios que su fe se desarrolló. En Hebreos 11: 32 Gedeón aparece como un ejemplo.