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¿A Quién Sirves?

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«Sansón estuvo acostado solo hasta la medianoche. A esa hora se levantó y arrancó las puertas de la ciudad junto con sus pilares y su tranca, y echándose todo ello al hombro se lo llevó a lo alto del monte que está frente a Hebrón» (Jueces 16: 3).

Sansón fue un personaje que se dejó llevar por sus gustos, por ejemplo: decidía según lo que le agradaba a su paladar, lo que le gustaba escuchar y lo que le gustaba mirar. Es decir, todo lo que agradara a sus sentidos. Nunca consideró si sus elecciones lo iban a edificar o acercar más a Dios. Nunca fue selectivo o hizo distinción entre lo bueno y lo malo; nunca buscó agradar a Dios ni a sus padres, solo quiso satisfacer sus gustos.

Por otra parte, la fuerza que Dios le dio para el propósito de glorificarlo y liberar al pueblo, en realidad la usó para librarse a sí mismo de los problemas en los que él mismo se metió, o solo para exaltarse. Como se mencionó ya, mató a un león para seguir su ruta y cumplir sus caprichosos deseos. Posteriormente, para salvarse del acecho de los filisteos cargó la puerta, no de una casa, sino de la ciudad, y así escapar de Gaza. ¿Te imaginas esa fuerza? ¡Qué tanto bien pudo haber realizado! Pero eso no ocurrió.

Dios te da destrezas y habilidades con el propósito de servirlo, exaltarlo y contribuir al avance de sus propósitos, pero cuán decepcionante es cuando muchos deciden usar esos talentos y recursos para portarse mal. Asimismo, la inteligencia que Dios te ha dado es para cultivarla y aplicarla, de tal forma que seas creativo para el bien, no para planear maldades. En el caso de Sansón, Dios no lo abandonó, aun cuando solo se acordaba de él en sus aprietos. En una ocasión estaba tan cansado, que solo oró a Dios para pedir agua. El Señor en su misericordia obró un milagro y permitió que brotara agua de un manantial (Jueces 15: 29).

Sansón que estaba llamado a ser un siervo del Señor, quiso convertir a Dios en su siervo. No obstante, Dios se valió de su desobediencia para empezar a destruir a los filisteos y paulatinamente liberar a su pueblo. Es mejor obedecer a Dios y alcanzar sus propósitos de acuerdo a su voluntad y no por nuestras propias estrategias.

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