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Sabiduría en Acción

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Entonces Daniel habló de manera discreta y sensata con Arioc, el jefe de la guardia real, que ya se disponía a matar a los sabios» (Daniel 2:1)

Generalmente, los monarcas de la antigüedad actuaban con base en sus emociones, ya que tenían poder y autoridad ilimitados, por lo cual, sus desplantes de ira no solo quedaban en amenazas. Esa fue la reacción de Nabucodonosor cuando los sabios de su reino fueron incapaces de recordarle el sueño y en consecuencia no lo interpretaron. Lleno de ira exclamó: «Si no me dicen ustedes qué es lo que soñé y lo que significa, serán hechos pedazos y sus casas serán convertidas en un montón de escombros» (vers. 5).

Cuando el rey convocó a los sabios, no consideró a los destacados estudiantes como era el caso de los cuatro jóvenes hebreos, pero cuando se trató de aplicar la sentencia de muerte, incluyó a todos. Indudablemente, el rey reconoció la importancia del sueño, por eso convocó a los sabios más experimentados y los maestros que enseñaban en la universidad. Lo cierto es que para ellos fue una amarga experiencia, pues perdieron los bienes materiales que el rey había ofrecido, por ejemplo, leemos en el versículo 6: «<Recibirán regalos de mi parte, y favores y grandes honores»>,

Por regla general, hoy Dios no se comunica mediante sueños, lo hace a través de su Palabra, el Espíritu Santo y consejos oportunos. Pero en aquel tiempo, la forma ideal de llamar la atención de un rey ajeno al Dios verdadero y además idólatra, era mediante una imagen que seguramente era semejante a las que había adorado.

Entonces llegó el momento oportuno para que los jóvenes mostraran su sabiduría. Esta se reveló cuando hablaron con Arioc y con el rey. Lo que ellos le solicitaron fue «tiempo» (vers. 16). La gracia de Dios puso las palabras indicadas en Daniel para confrontar a un hombre que estaba poseído por la ira.

Daniel utilizó ese tiempo que se le concedió para orar junto con sus amigos. Esa misma noche Dios le reveló el sueño y su significado. Una vez más, los cuatro oraron para agradecer la revelación. Por este acto no solo los cuatro salvaron su vida, sino que la bendición se extendió para todos los sabios que habían sido sentenciados. Hoy, gracias a tu dependencia de Dios puedes ser una bendición para los que te rodean. Jesús se refirió a los cristianos como la sal de la tierra en el sentido de dar sabor y ser bendición. Daniel y sus amigos lo fueron, tú también lo eres.

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