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Resultados de la Sabiduría

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Sabrás también lo que es recto y justo, y estarás atento a todo lo bueno (Proverbios 2: 9).

La sabiduría nos puede proteger y librar de malos momentos. No se comprueba su efectividad en un laboratorio, sino en el diario vivir. Es en el terreno práctico que nos permite discernir, elegir y actuar acertadamente. De acuerdo al apóstol Pablo, el discernimiento es un don de Dios (1 Corintios 12: 10). Pero todos podemos pedirle a Dios este don. El discernimiento te ayudará a distinguir entre lo verdadero y lo falso; lo correcto y lo erróneo de tu entorno. Es decir, «discriminar» entre lo que te conviene y edifica y lo que no merece la pena. Por ejemplo, películas, programas de televisión, páginas de internet, música y amistades, entre otras alternativas; en consecuencia, no tendrás la incertidumbre de saber si decidiste bien.

Para desarrollar esta virtud te debe gustar leer la Biblia, el incremento de este gusto sucede paulatinamente. Si estás acostumbrado a consumir comida condimentada e irritante, y de repente comes una ensalada, al principio no le encontrarás sabor, pero consumiéndola cada día llegará a ser de tu agrado. En el ámbito espiritual, el milagro que Dios realiza es hacernos repulsivo lo que antes nos parecía dulce y disfrutar lo que antes rechazábamos.

Por ejemplo, a ti solo te basta abrir el refrigerador y oler la comida para saber si aún es comestible o no. No necesitas siquiera ser un chef, pues con tu olfato sabes qué comida sirve aún. Conocer las verdades bíblicas favorece el desarrollo de la virtud del discernimiento, no solo en asuntos doctrinales, sino en asuntos prácticos como la educación, la familia, las amistades y el sentido común. No necesitas convertirte en un erudito bíblico para discernir. Los principios son sencillos tanto para un niño como para un adulto; entre más los estudies y los apliques, más dulces se volverán.

Este tipo de educación práctica para la vida es la que todos necesitamos. Memorizar versículos es insuficiente porque hasta un loro podría hacerlo; solamente conocer la doctrina es inútil porque permanece en el plano superficial. Es necesario interiorizar la Palabra de Dios. La sabiduría te protege de sugerencias que pretendan embaucarte en asuntos de los que después te lamentarás.

En concreto, busca a Dios en su Palabra como una persona busca un tesoro. Profundiza en el estudio y extrae las verdades que fortalecerán tu fe. Esto representa un precio por pagar, pero mayor será el precio de no hacerlo.

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