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En la reacción que tuvo el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, así como en la respuesta que le dio el padre, podemos entender un poco más cómo es Dios. Ciertamente, tenemos aquí un retrato del Padre que no podemos ignorar.
El hermano mayor está enojado. Se queja, pero no por el buen trato dispensado a su hermano menor, sino porque dice que están siendo injustos con él. Haciéndose la víctima, culpa al padre y lo acusa de no haberle dado nunca nada. ¡Pobrecito! Pero, espera, no te derritas de compasión, porque tengo una sorpresa: el padre le contestó. Estas son las dos cosas que le dijo.
1.“Hijo, tú siempre has estado conmigo”. En otras palabras: “Es cierto que he llorado por tu hermano, que he salido cada día a ver si regresaba, que lo he recibido como a un héroe siendo un sinvergüenza, que mandé a hacer fiesta; y es cierto también lo de la ropa, el anillo, los zapatos, el becerro y todo lo demás. Pero no es cierto que yo te haya descuidado a ti. Puedes acusarme de ser bueno con tu hermano, pero no de que he sido mejor con él que contigo. Lo que he hecho por él lo haría por ti, solo que tú no lo has necesitado porque siempre has estado conmigo”.
2.“Todas mis cosas son tuyas”. Es decir: “Para tu hermano mandé matar el becerro más gordo, pero no porque lo quiera más, sino porque viene de comer algarrobas. Le di ropas finas, porque vino con harapos. Le di zapatos, porque vino descalzo. A ti no te he dado nada de eso porque, al estar conmigo, siempre lo has tenido. Si no lo has disfrutado no es porque yo no te lo haya dado; todo es tuyo cuando lo quieras”. Al ver esta respuesta entendemos que el hermano mayor se había quedado en la casa no porque disfrutara de la compañía de su padre, sino por las propiedades que heredaría.
Dios espera que nuestro mayor gozo sea estar con él, no recibir bendiciones como resultado. El padre pensaba que estar con él hacía feliz a su hijo mayor; de igual manera, Dios quiere que lo disfrutemos como Padre, que nada ni nadie nos produzca más gozo que él. Quiere que sepamos que su amor es ilimitado y nos alcanza a todos por igual. Por mucho que él le dé al menor, siempre habrá para el mayor.