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Vivimos tiempos difíciles. Estamos rodeados por la misma clase de indecencia que caracterizó los tiempos de Timoteo, y que él tan elocuentemente describió como peligrosos, sin conocimiento ni práctica de la verdad, llenos de insensatez y corrupción (ver 2 Tim. 3). La industria del cine, la televisión y la música de hoy dejan poco a la imaginación. Las perversiones sexuales están por doquier; niños son abusados física y sexualmente; abunda la inseguridad ciudadana; los niveles de violencia y los problemas generados por el narcotráfico superan la capacidad del accionar policial; la falta de credibilidad del liderazgo político y religioso está muy extendida, así como el número de familias disfuncionales... Por si esto fuera poco, los desastres naturales son cada vez más frecuentes y devastadores. Todo esto forma un cuadro que genera incertidumbre y temor incluso en el más valiente. Es ahora cuando entra en escena el Salmo 46.
El Salmo 46 nos ayuda a seguir adelante cuando estamos rodeados de circunstancias adversas. Y nos dice dos cosas que son esenciales para lograrlo: 1) creer que Dios está con nosotros, siendo nuestro amparo, fortaleza y auxilio; y 2) que no importa cómo se comporte la naturaleza o cuántas fuerzas adversas se opongan a los creyentes, Dios está con nosotros y por eso la victoria ya está asegurada.
En el versículo 10 se nos explica cuál es la actitud que debemos tener en estos tiempos complicados: “Estad quietos”. Uno de los significados que tiene el verbo original usado aquí es: “Entréguense”. ¿Entregarnos a quién? ¡A Dios! Porque la agitación, el repetir incesantemente todo lo malo que está ocurriendo, no nos ayuda, sino que nos roba la oportunidad de hacer lo más importante: conocer que Dios es Dios, y dejar que intervenga conforme a su soberanía. Esa es la clave para vivir victoriosos en momentos difíciles: dedicar nuestro tiempo y nuestras energías a conocer a Dios, a sentir su poder y su amor, a buscar su plan para nosotros y a confiar en sus promesas. Esto es lo que traerá paz a nuestros corazones.
Puedes hacerte experto en las señales de los tiempos, pero lo que Dios más quiere es que te hagas experto en conocerlo a él, para que puedas entender su manera de actuar y así llegues a desarrollar una confianza tal que te entregues a él. En esa entrega está la tranquilidad. ¿Qué tal si te entregas a él en este momento?