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Cuando se trata de su iglesia, nuestro Dios está dedicado personalmente a la tarea de edificarla. Todo lo que contribuya a su bienestar es importante para el Señor y, de hecho, él tiene un plan específico para que la iglesia se desarrolle armoniosa y saludablemente. El plan consiste en otorgar capacidades a cada creyente, por medio del Espíritu Santo, para que puedan entre todos ocuparse en distintos ministerios de servicio. No se trata de ministerios producto de la imaginación o de las preferencias personales, sino que el propio Dios ha definido las áreas que, en su sabiduría, son necesarias para la edificación de la iglesia.
Según Dios, la iglesia necesita personas que estén dispuestas a ir donde Dios las envíe. Estos son los apóstoles que él usa para establecer su iglesia y poner los debidos fundamentos. Una vez establecida, la iglesia necesitará profetas, es decir, personas que presenten la Palabra de Dios con fidelidad y poder al pueblo, para que el pueblo se vuelva a Dios. También será necesario contar con personas que se dediquen a llevar las buenas nuevas de la salvación a todos cuantos puedan: estos son los evangelistas. Y, por supuesto, se necesitarán pastores y maestros, que velarán por la vida espiritual de la iglesia y enseñarán a la congregación, con equilibrio y amor, los principios y los valores que Dios nos ha dejado en su Palabra.
Dios también estableció su iglesia con un propósito, y esto es lo que el apóstol llama “la obra del ministerio”, para la cual personalmente Dios provee todo lo necesario, de tal modo que se logre la debida edificación. Así que, desde la perspectiva de Dios, la iglesia es un movimiento misionero y de servicio, de naturaleza inclusiva. Su misión es mantenerse espiritualmente saludable para cumplir su ministerio de llevar personas a Cristo. Su método para lograrlo es reconocer el ministerio de los dones, administrado por el Espíritu Santo, y que abarca la totalidad de la iglesia, para garantizar que lleguemos a la meta.
Al final, puede verse que, para Dios, nosotros somos instrumentos para sus propósitos. Los ministerios son un medio para colaborar con él, y lo único que los justifica es ver a una iglesia creciendo en todo y sirviendo a todos. ¡Qué hermoso es el plan de Dios para edificar y ministrar su iglesia! ¡Sigámoslo!