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Son vanos los esfuerzos realizados para elevar al ser humano en cualquier ámbito de su existencia sin tomar en cuenta a Dios. Si bien la educación, la economía, la cultura y los avances tecnológicos tienen su importancia, no representan la esencia de la vida humana y no son ejes sobre los cuales pueda girar nuestra existencia. Son muchos los que, aun gozando de esas ventajas que se nos ofrecen como las claves para progresar, muestran degeneración moral y espiritual, así como vacíos existenciales.
El texto de hoy nos ayuda a entender mejor el porqué de esta situación: el ser humano ha olvidado que todo lo que existe fue creado por Cristo y para Cristo. No importa si esa creación está en el cielo o en la tierra, no importa si nosotros la podemos ver o no, no importa si se trata de algo o de alguien con poder o desprovisto de autoridad, todo fue creado por medio de Cristo y para Cristo. A partir de ese hecho queda en claro que Cristo es el centro del universo. Todo tiene sentido en él y por él, y todo pierde su sentido y su propósito sin él.
La primera respuesta a todos los interrogantes que plantean los problemas que enfrentamos hoy es que hemos perdido el enfoque acerca de quién es el centro sobre el cual gira la existencia del mundo y de los que en él habitamos. En el momento en que ponemos a otra persona u otra cosa en el lugar en que debe estar Dios, lo único que cosechamos es desequilibrio, egoísmo, materialismo, humanismo y rivalidad destructiva.
Dios no solo es la fuente de la existencia, también es la razón por la que todo existe. Todo fue creado por él y para él; las personas y las cosas solo funcionan adecuadamente cuando lo hacen orientadas hacia Dios. ¿Cómo puede ir bien un mundo que ignora a Dios? ¿Cómo puede irle bien a un país, a una ciudad, a una familia, a una persona, que no toma en cuenta a Dios? Al hacerlo así, niegan su razón de ser, y se encaminan inexorablemente hacia la autodestrucción.
Si te has dado cuenta de que le falta sentido a tu vida, vuelve al centro que te da estabilidad; reconoce que fuiste creado por Cristo y para Cristo. No ignores esta realidad. Es en Cristo que todo tiene sentido.