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En lo que se refiere al aspecto físico de nuestra naturaleza, vivimos básicamente de lo que comemos y de lo que bebemos. En lo espiritual, el proceso es el mismo. ¿Qué quiero decir con esto? Que nuestra vida y nuestra salud espirituales dependen básicamente de lo que entra por nuestros sentidos y se almacena en nuestra mente. De ahí viene la importancia de comer y beber constantemente de la Palabra de Dios, tal como dijo Jesús. “Escrito está: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mat. 4:4).
Nuestro Dios quiere que sepamos que la Biblia, que es el libro que recoge sus palabras, no es sencillamente un buen libro para leer, sino también es la fuente de un poder inmensurable que Dios ha puesto al alcance de todos, y sin el cual no podemos discernir las cosas espirituales. Porque “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Cor. 2:14). Cada palabra que Dios ha hablado es espíritu y es vida; por eso, si crees en la Palabra de Dios y permaneces adherido a ella, leyéndola todos los días con oración, recibirás los beneficios espirituales que imparte, empezando por el discernimiento.
La Palabra de Dios es viva y eficaz (ver Heb. 4:12) para hacernos sabios para la salvación (ver 2 Tim. 3:15). “Por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” es que podemos renacer (ver 1 Ped. 1:23). Como ves, leer la Biblia es un asunto de vida o de muerte espiritual, pues ¿cómo sabremos el camino de la salvación si no lo descubrimos en su Palabra? ¿Cómo seremos transformados, si no leemos en la Biblia, sobre ese proceso?
Dios desea que llenemos nuestro corazón con sus palabras para que recibamos vida. Al explicarnos en sus páginas cómo es Dios y cómo actúa, la Biblia ejerce un formidable impacto en nuestras vidas. El plan de salvación, las promesas de Dios, sus leyes y estatutos, y la forma en que guio en el pasado a personas como nosotros, son recursos espirituales poderosos para darnos vida. Descuidar la lectura diaria de las Escrituras resultará en una experiencia espiritual débil. Por eso, busca la Palabra de Dios como un tesoro; aprópiate de sus mensajes, sabiendo que en ello te va la vida.