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DIOS NOS LLEVA DE TRIUNFO EN TRIUNFO

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“Gracias a Dios, que nos lleva siempre al triunfo en Cristo Jesús y por nuestro medio manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento” (2 Corintios 2:14).

Me gusta fijarme en las pegatinas de los automóviles. Algunas hablan de padres orgullosos de un hijo que estudia en una institución de prestigio; otras proclaman el orgullo de la familia por tener un hijo en alguna rama de las fuerzas armadas; otras simplemente nos hablan del país de nacimiento del propietario, o de su equipo favorito en algún deporte. Hay también pegatinas que son una declaración de fe en Dios o en alguna ideología política. Es evidente que nos gusta exhibir aquello de lo cual nos sentimos orgullosos. Pues bien, lo que el apóstol Pablo nos dice en el texto de hoy acerca de Dios, lo retrata como un ser que ha decidido extender por todas partes el gratísimo perfume de la salvación que nos está ofreciendo en Cristo Jesús. Dios quiere que todos perciban ese olor, y tiene un plan para lograrlo. 

El plan es sencillo: Dios bendice a sus hijos conduciéndonos por una vida de victoria en Cristo. Gracias a la fe, los cristianos experimentamos triunfo espiritual tras triunfo espiritual, los cuales son usados por Dios para expandir su conocimiento dondequiera que vayamos. Saliendo a la calle con fortaleza espiritual en Cristo, llamamos la atención en el trabajo, en la iglesia y en toda relación interpersonal que establecemos, porque desprendemos un grato aroma que no es común en este mundo secular. Y así, las personas que se fijan en ese olor poco común se acercan a nosotros para descubrir que se trata del olor del conocimiento de Cristo. 

 En muchos casos, esas personas desean adquirir también ese olor, esa experiencia de victoria en Cristo, y se acercan a buscarlo. En otros casos, sienten el olor, pero no creen que Jesús pueda hacer algo por ellos; se alejan sin saber que están yendo en dirección a la autodestrucción. Y este proceso está ocurriendo constantemente, en cada lugar donde hay un hijo de Dios, con cada persona con quien tenemos contacto. Dios está exhibiendo su salvación a través de nosotros, y espera que a todas partes vayamos oliendo a Cristo, para que todos conozcan ese grato olor y, los que deseen ser salvos, lo sean. 

 

Las bendiciones de Dios son como una pegatina en nosotros que todos pueden ver. ¡Qué privilegio el nuestro, así como lo tuvo el apóstol Pablo, de poder dar testimonio de Cristo por medio de los triunfos espirituales que constantemente nos da!

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