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Hablar para hacernos entender

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«Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor» (Sal. 19:14, NVI).

Recientemente, una amiga que regresaba a la ciudad tras un viaje de fin de semana, me llamo cuando iba a mitad del camino y me dijo:

Mónica, ¿podrías ir a mi casa y prepararme algo de comer para tenerlo listo al llegar?

-No le pidas peras al olmo -le respondí yo, que no soy muy fan de la cocina.

-Uy peras al horno, sííí, qué ricooo -me dijo ella.

-¡¡¡Olmo!!! -grité yo, creyendo que esa sola palabra sería tan clara como había creído que lo serían mis otras seis palabras anteriores.

-¿Olmo? ¿Quién es Olmo? Me preguntó ella.

Me dio un ataque de risa, que también la hizo reír a ella y a las dos personas que la acompañaban, y que me escuchaban por el manos libres.

Después de las carcajadas, hablamos del tema de fondo: lo fácil y frecuente que es malinterpretar o no entender lo que otro dice. Lo peor es que, a menudo, creyendo uno que, para el otro, el mensaje quedó claro.

Es importante ser conscientes del impacto de nuestras habilidades comunicativas. Aprender a hablar de tal manera que nuestro mensaje sea claro, sencillo, directo y al punto, respetuoso con el tiempo y la atención ajena, es algo de suma importancia. Quien no sabe comunicarse tiene grandes desventajas, pues la gente es menos paciente con ellos y se desaprovechan así oportunidades de pasar a temas más profundos. Pero, como dice la Biblia, «todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta» (Sant. 3: 2, NVI). Aprender a comunicarse es una carrera que dura toda la vida, y que comienza por tener claridad mental, desarrollar un pensamiento estructurado y tener unas ideas bien fundamentadas.

El Dr. en psicología Clifford Lazarus nos da cuatro claves para comunicarnos bien:* 1) asegúrate de que la otra persona te está prestando atención; 2) que tu lenguaje verbal y no verbal estén en sintonía; 3) no des vueltas ni te desvíes del punto esencial que quieres transmitir; 4) haz preguntas sobre lo que acabas de decir para ver si se entendió. Y yo añado: no uses palabras muy cultas ni expresiones que quizás solo entienden en tu país; y, cuando te rías, hazlo sin ofender. Mejor comer peras al horno en compañía que pedir peras al olmo en solitario.

«Cuida qué y cómo comunicas; solo es eficaz el mensaje que se comprende a la primera». Natalia Sara.

* Psychology Today en línea, «Simple Keys to Effective Communication», julio de 2011.

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