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Cuenta una historia que, hace muchos años, un empresario se enfermó y, en su lecho de muerte, mandó llamar a sus tres hijos. «Uno de ustedes ha de ser el futuro presidente de la compañía a la que he dedicado mi vida -les dijo, pero para decidir cuál de los tres será, deben llevar a cabo un encargo que tengo. ¿Desean realizar ese encargo?». Entusiasmados ante la oportunidad, los tres aceptaron. Y el encargo fue sencillo: «Les daré un dólar a cada uno para que compren con él algo que llene por completo esta habitación de hospital. Esta noche me traerán lo que han comprado y yo decidiré quién será el futuro presidente».
Cuando regresaron por la noche, el padre preguntó al primer hijo: «¿Qué has hecho con tu dólar?». El hijo sacó dos manojos de heno, los lanzó al aire y, por un instante, llenaron por completo la habitación. Aparentemente había logrado lo que había pedido su padre. El segundo hijo sacó entonces dos almohadas, las abrió y lanzó las plumas por todo el cuarto. Pronto estuvo totalmente cubierto, tal como había pedido su padre. Por fin, el empresario preguntó al tercer hijo: «¿Y tú, qué has hecho con tu dólar?». El joven apagó entonces la luz del cuarto, sacó del bolsillo una caja de fósforos y una vela, la prendió y la luz lo iluminó todo.
«Hijo mío -dijo el padre-, una caja de fósforos y una vela cuestan menos de un dólar, ¿qué has hecho con el dinero que te sobró?». El hijo respondió: «Padre, con el dinero que me sobró fue que compré la vela y los fósforos; primero iluminé el mundo dando ochenta centavos a una organización de caridad». Adivina quién fue el próximo presidente.
¿Estamos haciendo brillar la luz del Padre? Ese es, a fin de cuentas, el encargo que nos dejó Jesús, la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbró a todo hombre (ver Juan 1:9).
¿Cuánto te entusiasma la oportunidad de brillar y resplandecer para la gloria de Dios? En este mundo de oscuridad, donde se sufre abuso, tristezas, dolores, decepciones, traiciones, tropiezos, desengaños, heridas y fracasos, ¿qué estamos haciendo por inundarlo de luz para llevar al alma que sufre a la esperanza en Cristo? Si nuestro paso por aquí solo sirve para perpetuar la oscuridad que abunda, ¿quién la combatirá? Tú has recibido el encargo, ¿deseas llevarlo a cabo? Hoy es la oportunidad perfecta.
«La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo». Martin Luther King.