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Leemos en 1 Timoteo 2: 14: «La mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión» (RV95). Es interesante el relato bíblico de cómo fue engañada Eva, pues revela aspectos de nuestra naturaleza que conviene conocer, para que minimicemos en nuestra vida el poder de los engaños de Satanás que fueron tan eficaces con la primera mujer.
Génesis 3: 6 explica que «al ver la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió». Analicemos los deseos naturales de Eva que colaboraron en su caída.
1) Vio que el árbol era bueno para comer. Sus apetitos físicos la traicionaron, pues les dio prioridad sobre la orden expresa de Dios de no comer del fruto de aquel árbol.
2) Vio que era agradable a los ojos. Su manera de entender lo que entra por los ojos estaba en pugna con el mensaje que Dios le había dado para su felicidad. Sus sentidos físicos, particularmente el estético, jugaron en su contra.
3) Vio que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, es decir, tenía un tipo de curiosidad intelectual equivocado, que conduce al orgullo.
Es curioso cómo se parece este progreso en la tentación experimentada por Eva al pasaje de 1 Juan 2: 16: «Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre» (RV60). Según el Comentario bíblico adventista:
1) «La expresión "los deseos de la carne" incluye todo aquello que tiende irresistiblemente a una complacencia que contradice la voluntad de Dios»; por eso, cuidado con esos apetitos físicos que sabes que son antibíblicos; no permitas que te traicionen como lo hicieron con Eva.
2) «"Los deseos de los ojos" se refiere al placer mental que es estimulado por la vista», a través de imágenes, pantallas y realidades estéticas atractivas. Pide a Dios que lo que entra por tus ojos tenga el filtro mental de los principios divinos antes de que pases a la acción. Lamentablemente, Eva no los pasó por ese filtro. 3) La vanagloria de la vida es todo aquello que puede llevar al orgullo, como por ejemplo el tipo de sabiduría intelectual que tentó a Eva.
Distinguir lo que proviene de una mentalidad mundana de lo que Dios dice que es mejor para nosotras es vital para contrarrestar al enemigo, que tan bien conoce nuestra naturaleza femenina.
«He descubierto que lo que es malo para mí, no me tienta». George Bernard Shaw.