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Una Mentalidad De Crecimiento

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«Den lugar a la renovación espiritual de la mente» (Efe. 4: 23, LPH).

Carol Dweck llevó a cabo un interesante estudio.* Puso a jovencitos de diez a catorce años a armar rompecabezas, comenzando con algunos sencillos y progresivamente entregándoles otros demasiado complicados. El objetivo no era quién terminaba antes, sino cuáles eran los pensamientos de los participantes ante los retos aparentemente imposibles. Descubrió dos actitudes: 1) los que se desanimaban y 2) los que se mostraban aún más decididos cuando la prueba era complicada. Los del I grupo 1 que no lograron resolver su rompecabezas dijeron sentirse «desanimados y fracasados». Los del grupo 2 que no lograron resolver su rompecabezas afirmaron: «No es un fracaso, porque aprendimos». Ella llamó a esta diferencia «mentalidad fija» y «mentalidad de crecimiento».

La gente con mentalidad fija piensa: «Tengo cierta inteligencia y ciertos talentos, y eso determina cuán lejos puedo llegar en la vida». Esta manera de pensar, a la par que ve un potencial también lo autolimita, porque lo mide conforme a un criterio preestablecido. Sentir que no alcanza ese criterio hace a la persona considerarse fracasada y dejar de creer en sus posibilidades. Por eso huye de los retos que cree no poder superar: como no quiere correr el riesgo de sentirse fracasada, ve cada dificultad como una evaluación de su valía personal, y cada fracaso le hace cuestionarse su propia inteligencia y capacidades. «Mejor me quedo en mi zona de confort», razona, «para que nadie descubra que no puedo».

La gente con mentalidad de crecimiento piensa: «Tengo rasgos que puedo cultivar con experiencia y aprendizaje; si me esfuerzo y me centro, progresaré». Creen que pueden llegar con el tiempo a comprender cosas que ahora no comprenden; a mejorar aspectos negativos de su personalidad. Creen que salir de la zona de confort tiene un premio: aprender.

Te invito a desarrollar una mentalidad de crecimiento. Si crees que eres capaz de crecer y desarrollarte, no te dará tanto miedo decir que sí cuando te pidan, por ejemplo, ser maestra de Escuela Sabática, hablar en público o dirigir un Departamento... Lo tomarás como un reto que te permitirá aprender sirviendo. No tienes que impresionar a nadie ni que demostrarte nada a ti misma; se trata de iniciar un camino. Eso que ahora te parece imposible, no tiene por qué desanimarte: solo es un punto de partida. Acéptalo confiando en Dios.

Bienvenida a la escuela de la vida.

«El cerebro es un músculo que se fortalece con el uso». Carol Dweck.

* Mindset (Nueva York: Ballantine Books, 2006).

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