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¿Empiezo la universidad o me pongo a trabajar? ¿Me caso ya o espero un poco? ¿Me compro un auto nuevo o de segunda mano? ¿Qué voy a comer mañana? ¿Me levanto temprano para leer la Biblia o descanso un poquito más, que ando falta de sueño? ¿Salgo a hacer ejercicio o me quedo en casa viendo esta serie que está tan interesante? ¿Miro las notificaciones del teléfono o presto la atención completa a mi bebé? Todos los días tengo que tomar decisiones; unas, aparentemente sencillas; otras, claramente difíciles.
Según un estudio realizado por la Universidad de Columbia,* Estados Unidos, tomamos, en promedio, setenta decisiones al día. Eso significa que si vivo, por ejemplo, ochenta años, habré tomado a lo largo de mi vida alrededor de dos millones de decisiones. ¡Qué increíble es Dios! Sabiendo lo trascendente que es la capacidad humana de tomar decisiones, igualmente quiso darnos el don del libre albedrío en lugar de darnos órdenes y simplificar así todos los procesos, a la par que garantizaba que no nos alejáramos de él. Me lo imagino observándome a la distancia, pensando: «Vamos, Mónica, sé que tomarás la decisión acertada si confías en mí». Me pregunto si yo hubiera creado criaturas con la capacidad de tomar setenta decisiones diarias que, en lugar de acercarlas a mí, tal vez las alejarían cada vez más.
Sinceramente, hay una serie de asuntos en los que no confío mucho en mi propio criterio. Por eso tengo claro que necesito una dependencia diaria de Dios. No me surge de manera natural, te lo aseguro, pero sé que tengo que consultar a Dios antes de tomar cualquier decisión, por insignificante que me pueda parecer. No quisiera descubrir, al final de mis días, que la gráfica que representa mi vida es una línea con tendencia descendente que me ha ido alejando cada vez más de él. Para evitar que eso me suceda, llevo siempre cerca estos versículos de la Biblia que espero puedan ser de utilidad para ti como lo son para mí.
> «Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto» (Prov. 3: 5-6).
> «Cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla» (1 Cor. 10: 13).
> «No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa» (Isa. 41: 10).
«La grandeza no es una función de las circunstancias. La grandeza resulta ser, en gran medida, una cuestión de decisiones conscientes y de disciplina». Jim Collins.
https://faculty.washington.edu/jdb/345/345%20Articles/lyengar%20%26%20Lepper%20(2000).
pdf [consultado en septiembre de 2022].