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Limpiar Nuestra Ventana

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«¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?» (Mat. 7: 3, LBLA).

Cuenta una anécdota que una mujer está mirando por la ventana de su casa cómo su vecina cuelga a secar la ropa de sus hijos, a pesar de que aún tiene grandes manchas. «Mira qué mal lava la vecina la ropa de sus niños; qué mala madre es», le comenta a su esposo. Al día siguiente, mira de nuevo por la ventana y ve a la vecina colgando unas sábanas también llenas de manchas. «Qué manera de lavar, pero mira que la vecina es sucia», le comenta a su esposo. Al otro día, de nuevo mira por la ventana y ve la ropa de la vecina colgada, pero esta vez impecablemente limpia. «Vaya, parece que por fin la vecina aprendió a lavar», le comenta a su esposo. A lo que él responde: «No, amor, yo limpié nuestra ventana».

Con qué facilidad señalamos defectos ajenos cuando lo que está fallando es nuestra percepción, ese filtro mental que nos lleva a conclusiones duras cuando de juzgar a otros se trata. ¡Y con qué facilidad comentamos esas conclusiones sin pasarlas primero por otro filtro! El problema en realidad es sencillo: necesitamos limpiar nuestra propia ventana. ¿Cómo? Empezando por no colocarnos a nosotras mismas por encima de los demás, como si fuéramos superiores cuando, en realidad, comparativamente hablando, el problema del otro es apenas una mota de polvo respecto a la viga que hay en nuestro ojo. Y es que creernos más que los demás es vivir tras un cristal terrible. Necesitamos que alguien nos lo limpie. Ese alguien es Jesús.

Precisamente Jesús nos advierte: «¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Déjame sacarte la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano» (Mat. 7: 3-5, LBLA). ¡Este sí es un buen filtro! «La cuestión aquí no es que dejemos de evaluar si algo está bien o mal, sino que no asumamos una actitud de superioridad hacia nadie».* Porque, como dijo el mismo Jesucristo: «El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra».

La cuestión aquí es que, cuanto más se juzga, menos se ama.**

«Hay velas que lo alumbran todo, menos su propio candelabro». Friedrich Hebbel.

* Comentario bíblico de Andrews, nota a Mateo 7: 1-6.

** Frase de Honoré de Balzac.

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