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Juntos A La Mesa

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«Más vale comer verduras con amor, que carne de res con odio» (Prov. 15: 17).

¿Sabías que algo tan sencillo como mantener la costumbre de cenar juntos en familia marca una enorme diferencia en el bienestar de tus hijos? No lo digo yo, lo dicen investigaciones recientes. El simple hecho de comer juntos al menos una vez al día ayuda a los niños a ser más felices y más sanos.* ¿Y quién no quiere esto para sus hijos?

Todas sabemos que la agitada vida moderna (trabajo, tráfico, prisas y más prisas) el mismo estrés asociado a la maternidad, nos hacen difícil crear y mantener el hábito de sentarnos juntos a la mesa. Y tampoco ayuda el hecho de que no nos detenemos a pensar en los beneficios que nos estamos perdiendo, por eso no le damos la prioridad que merece. Te propongo hoy reflexionar brevemente en al menos cinco beneficios que recibirían tus hijos si mamá pusiera en práctica este sencillo principio, pues está demostrado que los niños que comen a la mesa en familia al menos una vez al día:

1. Son más estables emocionalmente y menos propensos a la depresión.

2. Tienen menor tendencia al sobrepeso y los trastornos alimentarios.

3. Son más sociables.

4. Tienen más probabilidades de rendir mejor en la escuela.

5. Tienen menos probabilidades de probar las drogas y el alcohol cuando lleguen a la adolescencia.

Querida amiga, te invito a rescatar una sana costumbre que incidirá directamente en el bienestar físico, emocional y social de los tuyos. Pero que, además, los hará crecer espiritualmente, pues te brinda a ti como madre una oportunidad de oro para poner en práctica el mandato de Deuteronomio 11: 18-19: «Grábense estas palabras en la mente y en el pensamiento; átenlas como señales en sus manos y en su frente. Instruyan a sus hijos hablándoles de ellas tanto en la casa como en el camino, y cuando se acuesten y cuando se levanten».

Sentados a la mesa es una oportunidad única para hablar de Dios a los más pequeños, para enseñarles el agradecimiento que le deben al Padre celestial por proveerles cada día lo que sus cuerpecitos necesitan, para estrechar lazos familiares, enseñarles principios alimentarios y buenos modales, para reforzar su autoestima y darles sentido de pertenencia. Bon apetit.

«Comer en familia es la mejor vitamina que una madre puede dar a sus hijos». Anónimo.

* Joseph A. Califano, The Importance of Family Dinners III, The National Centre on Addiction and Substance Abuse at Columbia University (2006).

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