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Nada arruina tanto una buena comida como la ranciedad o una quemadura por congelación. En un intento para mantener la comida fresca, los fabricantes venden bolsas de autocierre (Ziploc), recipientes plásticos con tapas herméticas, ataduras de alambre y broches de plástico, así como otros utensilios prácticos. Estos elementos prolongan la frescura de la comida, sin agregarle nada a la comida, sino solo manteniéndola libre del efecto del aire. Como el aire no puede llegar a la comida, la comida mantiene su sabor original mucho más tiempo.
Un broche de plástico permite que las papas fritas no se vuelvan rancias porque evita la exposición de la comida al aire. Podemos aprender una lección del broche y permanecer puros, manteniéndonos alejados de los contaminantes terrenales. La Biblia dice: “Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. Acaben con todo engaño, hipocresía, celos y toda clase de comentarios hirientes” (1 Ped. 2:1, NTV).
El enojo, la deshonestidad y los celos pueden arruinar nuestro carácter si permitimos que estén cerca de nuestro corazón. Afortunadamente, Dios tiene una solución para nosotros. En lugar de permitir que las actitudes negativas permanezcan en nosotros, podemos elegir enfocarnos en lo positivo. Estos pensamientos alentadores alejarán la negatividad. Pablo escribió: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, piensen en eso” (Fil. 4:8).
No tenemos por qué permitir que los celos hacia nuestros compañeros nos vuelvan amargados, y no nos beneficia en nada permitir que el enojo destruya nuestra relación con nuestra familia. En cambio, tomemos el consejo de Pablo de enfocarnos en lo positivo, evitar la negatividad y evitar volvernos rancios.